CAPITULO 35

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STELLA

Desearía que mi mente por un momento dejase de pensar en cada palabra que está escrita en el trozo de papel que tengo a los pies del sillón. Fue una buena idea de Abril poner este sillón a lado de la ventana.

Abrazo mis piernas, mientras miro por la ventaba, en dirección al cielo. Luce despejado, apenas hay nubes y estrellas. Mis ojos se llenan de lágrimas y siento un hueco en el estómago.

Quiero que confíe en mí, quiero ser su amigo, quiero estar al tanto de sus cosas, quiero ser su héroe que la salve de cualquier temor.

<<Papá, eras mi héroe, pero ya no es así>>. Digo para mis adentros.

Todos cometemos errores, nadie es perfecto; mucho menos lo son nuestros padres, pero cuando los secretos salen a la luz pueden derribarte. Este es mi caso ahora, me siento traicionada, enojada, triste; sé qué, no debería estar molesta con papá, ni con Celeste, ninguno de los dos tiene la culpa. Los seres humanos siempre buscamos un responsable cada vez que algo malo pasa en nuestras vidas; a veces culpamos a Dios, al universo, a nuestros padres, hermanos, amigos, cuando a veces los del error somos nosotros.

Escucho los pasos de alguien que se acerca a mí, es Abril, nadie entra en la habitación además de ella, con el paso del tiempo he aprendido a reconocer su presencia, se acerca sigilosa, ¿me hablara de lo mismo que todo el mundo?

Supongo que actúo como una niña pequeña, pero antes creía conocerme ahora sé que hay una parte de mí que desconozco. Hasta hace dos días sabía que tengo una hermana mayor y que tuve un hermano menor, pero ahora se que tengo dos hermanas mayores y tuve un hermano menor.

Quizás esa hermana perdida sea lo único que me una a mi madre.

—It... —susurra Abril.

Está junto a mí, pero yo no me giro a verla.

—Se qué no estás bien, pero no quiero que te encierres en tu mundo, no quiero perderte, ni que te alejes de mí.

—No podría alejarme de ti Abril, aunque lo quisiera, pero necesito pensar lo que haré o lo que no haré, dentro de unos meses tengo que ir a la universidad.

—Eso lo sé, abandonaras el nido, pero seguiremos viéndonos ¿verdad?

—Tampoco se eso —me giro hacia donde está Abril—. Hay algo que no le he dicho a nadie.

—¿Estás embarazada?

—¡¿Qué!? ¡No! Por ahora no, ni siquiera he tenido relaciones, así que no es eso, es referente a la universidad.

—¿Qué es?

—He pensado mucho en que necesito cambiar de aires, así que mande una solicitud para que me dieran una beca en una universidad de Reino Unido y me la han aceptado.

Hablaba demasiado rápido que apenas y yo era capaz de entender lo que decía.

—Así que lo más probable es que al terminar este semestre de instituto me vaya a Londres a estudiar la universidad.

Deseaba tanto contarle esto a alguien, que ni siquiera tuve tiempo para pensar en cómo se sentiría mi familia. Abril parece meditar mis palabras; cuando sus ojos miraron a los míos, pude notar que se miraba dolida, fría y un poco distante, estaba reprimiendo sus sentimientos, lo sabía por la manera en que arrugaba la nariz, pero tampoco dijo nada, susurro un tímido <<debo pensar>> y salió de la habitación, azotando la puerta tras de sí y dejándome de nuevo sola, como quería en un principio.

Solo que ahora no quería estarlo, quería que estuviera conmigo, pensé que Abril sería la única que entendería esta situación, sabía que si se lo comentaba a Logan o Ale, se pondrían tristes, pero ahora no se que pensar de la situación. Una minúscula parte de mí, me grita que no debo hacerlo, pero cuando tomo una decisión no hay vuelta atrás.

●♡♡●

Xander me miraba fijamente, nunca me cansaría de mirar sus bellos ojos azules que me observaban con delicadeza y ternura, sus manos acariciaron mis mejillas y sus labios depositaron un tierno beso en mi frente, dicen que los besos en la frente son los mas sinceros y siendo sincera comienzo a creer que es verdad.

Me toma de la mano y volvemos a caminar, hasta quedar frente a la casa de Margaret, cada paso que daba me provocaba un vuelco en el corazón aún más intenso. Iba a buscar respuestas, mi intuición me aseguraba que aquí las encontraría, quizás por eso le pedí a Xander que me acompañara, porque él era el único que estaba al tanto.

No había tenido tiempo para contarle nada a mis amigos, ya que, prefiero no arruinarles sus vacaciones con este tema, ya me han ayudado bastante, no puedo seguir consumiéndoles su tiempo.

Antes de que cruzáramos la calle que daba a casa de Mar, la misma chica que hacía meses atrás había visto, llegaba de lo que parecía ser la escuela, tenía el cabello castaño claro largo todo enmarañado, sostenía unos libros en su mano y una mochila azul cielo colgaba de su hombro, vestía unos vaqueros y un abrigo negro.

Xander acariciaba mi mano, parecía entender lo que me pasaba, me regalo una de esas sonrisas suyas que provocaban que todo en mi interior se revolviera, y volvimos a mirar a la casa, donde la puerta acababa de cerrarse.

Caminamos hasta allí y con el corazón latiéndome a mil, toque el timbre de la casa. Fueron 30 segundos los que tardaron en abrir, la chica me miro con sorpresa, pero a diferencia de la primera vez, ya no me analizo con detalle.

—Mi abuela no está, tardara en llegar, pero... ¿gustan pasar? —nos preguntó mirándome a mí y después a Xander.

Asentimos y nos adentramos a la casa, hacia ya cierto tiempo que no la visitaba, tenía un aire nuevo, habían pintado una pared, de color café, le sentaba bien, porque hacía juego con todo lo demás, como la mesita de centro y las fotos que colgaban de aquella pared.

Cuando llegamos al salón, nos sentamos en uno de los sillones, que estaba ahí, la chica cuyo nombre no recordaba, nos ofreció agua y cuando se fue hacia la cocina, observe la fotografía que estaba en el centro, parecía ser ella, con una señora mucho más joven que Margaret, pero de su parecido, iba a tomarla para mirarla más de cerca, aquella chica que mostraba una sonrisa no rebasaba los treinta años o eso parecía.

Xander me detuvo y no dejo que tomase la foto entre mis manos, para observar cada detalle, según el porque es de mala educación, lo es, pero debo quitarme mis dudas.

—¿Eres tú la de la foto? —Xander me dio un codazo.

Sabía que estaba siendo indiscreta, pero necesitaba saber la respuesta. La chica suspiro afligida, tomo la foto de la mesita de centro y la observo con delicadeza, con aprecio, con amor.

—Sí. La niña de la foto soy yo aquí estoy con mi mamá, fue la última foto que nos tomamos antes de que ella se fuera a un viaje de trabajo, después de eso todo empeoro para ella, después de... —me observo de reojo y suspiro agotada—, después ella enfermo y murió.

Su mirada se entristeció en un dos por tres, me sentía culpable de haber hecho que recordara, quizás debí hacerle caso a Xander y no preguntar nada.

—Lo siento, no quería hacerte recordar y provocar que te sintieras mal.

—Recordar no es malo, la echo de menos todos los días, aunque casi no recuerde mucho, solo que hay días donde su partida duele más.

Me observo a los ojos, parecía analizarlos, quería apartar la vista de ella, pero había algo en sus ojos color almendra que me resultaba familiar o quizás sea su mirada o las expresiones de su rostro, rompimos el contacto visual, cuando Margaret llego a casa y abrió la puerta.

Al vernos a Xander y a mí, se sorprendió, le dirigió una mirada a su nieta, que tenía abrazando la foto donde ella y su madre donde estaban abrazadas, se miraron unos segundos, parecían tener esa comunicación de hablarse con la mirada a la perfección.

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La Herida Del Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora