CAPITULO 33

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STELLA

Siento unos brazos rozándome la cintura y la respiración de alguien sobre mi frente, abro los ojos lentamente y me sorprendo de ver a Xander durmiendo a lado mío ¿cómo llego él aquí?

Compruebo que él tenga ropa puesta y por suerte si está vestido, yo tengo puesta un pijama que no recuerdo haberme puesto, observo la habitación, no es la mía, tampoco creo que sea la de él, porque tiene las cortinas color rosa pastel, y las sábanas son azul cielo.

¡Oh, espera!

Es la habitación de Celeste.

En estos momentos no quiero estar aquí, pero tampoco quiero moverme. Siento que el corazón me late un poco rápido, una parte de mi quiere capturar este momento por siempre.

<< ¿Cuándo te das cuenta de que quieres a una persona para siempre?>>

Desconozco como es que terminamos durmiendo en la misma cama, aunque ahora eso no me importa demasiado, acaricio su mejilla, se ve tan lindo dormido, sus largas y grandes pestañas caen por sus pómulos, que están de un tono rosado.

Durante el tiempo que conozco a Xander no me había dado cuenta que tiene pecas y tampoco lo había visto tanto tiempo así de cerca, solo que ahora no puede ponerme nerviosa tan fácilmente, porque está durmiendo.

Tiene aproximadamente 34 pecas.

Stella, ¿has contado todas sus pecas.?

Así es. ¿Algún problema consciencia?

Eso pensé.

Xander empieza a moverse, creo que va a despertarse, así que cierro los ojos, no quiero que sepa que he despertado ya. Siento su mirada sobre mí y después al igual que yo he hecho antes, acaricia mi mejilla y besa la punta de mi nariz, dicho acto provoca en mí una sonrisa, me he delatado sola.

Xander comienza a hacerme cosquillas y no puedo dejar de reír.

—¡Xander! ¡Basta! —menciono entre risas. Entonces para y me besa en los labios.

—Buenos días, pequeña explosión.

—Buenos días cariño.

Tenía tantas dudas en mi mente. No tengo idea de que decir o como debo empezar.

¿Cómo llegamos aquí? ¿Qué hacíamos en esta habitación? Mi mente estaba confusa y no recuerdo mucho. Recuerdo haberme metido a un bar, porque tenía frío y después de eso es todo negro, recuerdo estar hablando con Gema, lo sé porque reconozco su voz, aunque en mi mente todo es negro.

Xander parece leer mi mente, porque contesta a mi pregunta. —No hicimos nada malo, estabas ebria y no querías que me fuera, así que Celeste dijo que sería mejor si nos quedábamos en su habitación.

Sentía coraje, pero sabía que no tenía caso. Aún recuerdo las cosas que Gema me decía y tenía razón, no debía enojarme con ella. Pero me mintió y no sé cuándo pensaba decírmelo. Si tan solo... hubiese salido de su boca, todo sería tan diferente.

—Es momento de que nos levantemos, pequeña explosión.

—Yo me quiero quedar así, un ratito más —le digo, mientras lo miro a los ojos.

Sus ojos azules que tienen el poder de poner mi mundo de cabeza

—Xander puedo preguntarte algo.

—Claro que sí, ¿hice algo mal?

—No, pero ¿por qué me llamas explosión?

—¿Te molesta? —niego.

Siendo sincera me encantaba que me llamara así, es un apodo original, muy único.

—Por tus ojos —quería bajar la mirada, me sentía apenada, pero algo en mi interior me lo impedía—, tus ojos son de color oliva o quizás sean de color avellana o de color miel, no lo sé, por eso es qué, para mí, son una explosión. Eres la explosión que llego a desestabilizar y reconstruir todo mi mundo.

Xander se relamía los labios, parecíamos estar encerrados en una burbuja, mis pensamientos se centraban en lo que dijo, porque me pareció algo bello. De la nada, esa burbuja se rompe, cuando Xander se pone en pie. No quería que se fuera, no cuando en su mirada note tristeza porque yo no dije nada.

—Espera...

—Te incomode, lo siento, no era mi intención.

—No lo has hecho.

Nos mantuvimos en silencio, mientras nos mirábamos a los ojos. Él quería zafarse de mis manos, pero no se lo iba a permitir, no sin que él me escuchara.

—Xander, tú eres capaz de hacerme ver las estrellas solo con un beso o una caricia e incluso con un simple cruce de nuestras miradas, para mi eres como el cielo estrellado y cuando estoy contigo me siento tan en paz, que nada duele.

Se acerca a mí y me abraza, fue un abrazo distinto, porque su corazón y el mío latían como uno solo.

●♡♡●

—Stella, debemos hablar.

—¿Ahora si quieres hablar?

—Por favor Itzel, no te comportes como una niñata y escúchame.

Me obligo a sentarme en el sillón de la sala de estar. Ahora mismo solo estábamos ella y yo, los demás salieron y Xander ya se había ido a su casa.

Analizaba cada expresión en el rostro de Celeste, está buscando las palabras correctas, se está mordiendo demasiado los labios. Cuando éramos pequeñas siempre la regañaban por esa razón.

—¿Y bien? —termino rompiendo el silencio incomodo. Ojalá el ambiente tenso también se fuera.

—Mi intensión nunca fue mentirte, pero no sabía cómo decírtelo y no sabía cómo te lo tomarías —Celeste suspira antes de continuar—. Mamá sufría de bipolaridad, iba al médico a tratarse por eso, ella me dijo que estaba tratándose, por ti, por mí, por ella.

—Pero no está.

—Deja que termine.

Me mantengo callada.

—Dejo de tomar su medicina, desconozco la razón y no supe en que momento dejo de tomarla. Ella estaba cambiando Stell. Ese día... ese día, había horneado un pastel para ti, por tu cumpleaños, quería que tuvieras una sensación dulce de ese día y no amarga.

<<Ese día volví temprano a casa y llevaba conmigo adornos para la casa, me salte las dos últimas clases, queríamos darte una sorpresa, pero todo salió mal, empezamos a discutir, porque me dijo que se iría de nuestras vidas, en su arranque de ira, me confeso todo acerca de papá y aunque trate de retenerla no pude.

Me mantenía atenta a las palabras de Celeste, no dejaba de mirarla. Sentía como mis ojos se humedecían y como mi respiración se entrecortaba, el silencio paso de ser incómodo a ser doloroso.

Celeste se acerca a mí y se coloca a mi lado, dejo de mirarme, quería abrazarme y yo quería abrazarla, pero no me atrevía y ella tampoco. Nos quedamos en silencio, yo estaba tratando de asimilar todo.

—Papá, escribió una carta, supongo que sabía que no podría confesar su infidelidad, hablándolo. Toma —Celeste me entrega un sobre que estaba arrugado, mi mano temblaba y temía leer el contenido de esa carta.

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La Herida Del Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora