Prólogo

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El origen de la evolución

Cuando era niño, siempre me sentí atraído por lo desconocido, quería saber el porqué de las cosas, no podía quedarme quieto hasta resolver las incógnitas en mi cabeza. Pero, la mayor de todas ellas, era la historia de mi especie. El origen de todo.

Muchos en mi planeta tenían sus versiones, ya que en mi mundo había distintas creencias religiosas. Eso conllevó a que existieran distintas historias sobre la creación.

Por mi parte, la versión que se me fue contada, fue la de la religión de mi reino.

Mis padres se encargaron de inculcarme la religión a la que muchos en mi reino éramos devotos.

Hace muchos años, nuestro planeta fue habitado por unas criaturas colosales llamadas dinosaurios. Fascinantes criaturas que eran especiales no solo por su gran tamaño; sino que también por sus extraordinarias habilidades. Estos titanes de la naturaleza vivían en paz y armonía en nuestro planeta, sin saber que algo inesperado lo cambiaría todo, algo que cambiaría por completo su destino e historia. Nuestra historia, porque nosotros somos esas prehistóricas criaturas.

Un asteroide.

Un colosal asteroide, el cual fue creado por dos de los espíritus más poderosos en el universo. Los espíritus del sol y la luna. Lunalia y Solarius, los reyes supremos del espacio y el tiempo.

El asteroide se dirigía a nuestro planeta, pero lo que lo hacía tan especial, era que en su interior contenía la energía de siete elementos. Los cuales eran:

Fuego (Ignis).

Agua (Aqua).

Tierra (Terra).

Hierba (Herba).

Rayo (Fulgur).

Aire (Air).

Luz (Lux).

En el momento que el asteroide impactó sobre nuestro planeta, liberó la energía de los siete elementos que contenía en su interior, esparciendo todo su poder.

Esto provocó que la tierra comenzara a temblar, que los tsunamis inundaran todo a su paso, que los volcanes calcinaran todo y las tormentas destruyeran cualquier cosa en su camino.

El asteroide provocó que los elementos de nuestro planeta se salieran de control.

Milagrosamente los dinosaurios no fuimos destruidos por la tormenta elemental que el asteroide había ocasionado. Sucede que la energía elemental fue absorbida por nuestros cuerpos, volviéndonos un solo ser con ella. Haciendo que protegiera a cada uno de nosotros, como si fuera una especie de escudo, mientras todo lo que conocíamos era destruido.

Después de que toda la locura terminara, nuestro planeta quedó irreconocible. Era como presenciar el mismísimo infierno. Era imposible que algún ser vivo pudiera vivir en esas condiciones, pero como dicen, no hay mal que dure cien años; pero este fenómeno fue otro nivel. Minutos después de que todo había terminado, un milagro sucedió.

El cual demostró que es necesaria la destrucción; para que venga la creación.

El planeta entero comenzó a brillar con todos los colores del arcoíris. Y de la nada, las plantas que habían sido destruidas, volvieron a florecer. El océano que se había secado por completo, volvió a aparecer. La tierra, la cual estaba agrietada a causa de los terremotos, se restauró por completo. Y el cielo que parecía un gran abismo de oscuridad absoluta, volvió a ser un cielo azul con las nubes más blancas del mundo y el sol más radiante y hermoso. Todo rastro de destrucción que alguna vez existió, desapareció en cuestión de segundos. Como si nada hubiera pasado.

Planeta Mesozoico: Período Triásico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora