Capítulo 19

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Orion:

A veces digo que cuando no es tu hora, no es tu hora.

Tantas situaciones peligrosas en las que pude haber muerto y nunca sucedió, sinceramente era irreal; pero sobrevivir a la caída de un helicóptero ya era demasiado exagerado.

Creo que el espíritu de la luna estuvo utilizando su influencia sobre el universo para protegerme, porque sino ya estuviera tres metros bajo tierra.

Habíamos terminado en un bosque, el helicóptero estaba hecho trizas y sus restos estaban por todas partes, algunas estaban colgando del árbol con el que chocamos.

Afortunadamente Trex y yo logramos en el último minuto saltar del helicóptero antes de que termináramos en pedazos pero perdimos el conocimiento por un momento. Habíamos aterrizado en un gran cúmulo de nieve que nos tragó como si fuéramos un bocadillo, hundiéndonos en la profundidad.

Eso fue completamente desagradable para mi gusto.

Odiaba el frio, y era demasiado irónico considerando el hecho de que mi nombre proviene de una constelación invernal.

Como si dependiera mi vida de ello, logré reunir la fuerza suficiente para salir de la nieve, pero si me estaba muriendo del frio al estar cubierto de una gran capa de hielo, al salir fue peor. La tormenta nevada que había no era normal, el viento soplaba con fuerza de una manera tan aterradora que me sacó varios escalofríos del tiro.

Nunca en mi vida había visto un invierno así en Mesozoia.

En cuanto salí por completo traté de encontrar a mi hermano, excavé varios hoyos en la nieve tratando de encontrarlo; pero no lo logré.

El miedo no había tardado en recorrer cada parte de mi cuerpo como una boa constrictora asfixiando a su presa.

—¡¿Trex dónde estás?!

La desesperación y los nervios pude visualizarlos como dos demonios a mi lado burlándose de mi situación.

Grité una y otra vez esperando que lograra oírme.

De repente escuché un ruido en la lejanía y cuando me di vuelta para revisar, un puñetazo con toda la rabia del mundo impactó sobre mi rostro. Caí al suelo por la brusquedad del golpe, no pude ver el rostro del responsable y juro por el universo que ese golpe me dolió de una forma indescriptible.

Mi agresor aparentemente no había terminado su trabajo, ya que antes de que pudiera levantarme y defenderme, el sujeto se puso encima de mí apretando con fuerza mi cuello.

Cuando logré fijar mi atención en su cara, reconocí quién era, Trex.

—La próxima vez que te den tus impulsos suicidas… —Me dio otro puñetazo y dijo—: ¡Procura no arrastrarme contigo!

La ira en sus ojos era aterradoramente amenazante. Fue como ver a un tiburón en completo frenesí. Comenzó a golpearme una y otra vez, fue tanta la intensidad que llegué a pensar que terminaría lo que el choque del helicóptero no pudo.

—Déjame explicarte —le pedí con dificultad.

—Oh, claro, por supuesto, ¿pero quién lo hará? ¿Tú? ¿Draco? ¿Virgo? —respondió, con burla.

¿Quién diablos era Virgo?

—¡Yo, idiota! —espeté, harto.

—Perfecto —contestó—. Así ya sé quién recibirá esto. —Y otro puñetazo impactó mi cara.

—¿Terminaste? —Estaba esperando a que me matara finalmente y acabara con mi tortura.

—Aún no —Me golpeó de nuevo—. Ahora sí.

Planeta Mesozoico: Período Triásico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora