Capítulo 2

50 15 0
                                    

Orion:

—¡¿Cómo pudiste permitir que lo robaran?! —regañó mi padre al capitán Carpenter.

El padre de mis amigos con la vergüenza consumiéndolo respondió:

—Perdóneme, mi Alfa —Mi padre estaba cegado por la cólera—, pero no tengo idea de cómo pasó. Los guardias fueron asesinados de una manera extraña y las cámaras no captaron nada porque una extraña neblina impidió que grabaran algo. Fue como si un fantasma hubiera violado la seguridad.

Reprimiendo las ganas de asesinar al que se le atravesara, mi padre contestó:

—Muy bien —Se relajó un poco y volvió a hablar—, ¿cómo sabían de la existencia del mapa? Nadie en Mesozoia a excepción de los Alfas y nuestros hombres de confianza sabíamos de su existencia.

Desde que se mencionó el robo del tan nombrado mapa, mi padre y el capitán se encerraron en una burbuja en la que solo ellos eran los únicos saurios en el mundo. El resto de los que estábamos presentes parecíamos simples espectadores escuchando su conversación.

Pero como chismoso no se hace, se nace, necesitaba saber qué demonios estaba ocurriendo.

—¡Papá! —Automáticamente, su atención se fijó en mí—. ¿Qué está pasando? Explícanos qué es el mapa de las tinieblas.

Resopló frustrado, como si no tuviera ninguna otra opción más que explicarme lo que estaba sucediendo.

—Es una reliquia antigua que nunca debió haber salido de aquí —contestó—. Debido al peligro que representa.

—¿Por qué? —inquirió Trex.

—El mapa es un artefacto que los Alfas hemos cuidado por generaciones, su abuelo me encomendó la tarea de protegerlo cuando me convertí en Alfa —Eso fue suficiente para comprender que el asunto era más serio de lo que creía—. Él me explicó el absoluto peligro que representa si su información llega a ser decodificada. —Si los Alfas lo ocultaron durante mucho tiempo significaba que podía afectar a todos los reinos.

—¿Qué es lo que esconde el mapa? —indagué.

Mi padre me lanzó una mirada llena de desconfianza.

—No puedo decirlo con tus amigos aquí, esto es asunto de la realeza. —Mi padre a veces se pasaba de clasista.

Automáticamente el comentario ofendió a la de ojos azules.

—No se preocupe, mi Alfa. —contestó Jade, conteniéndose las ganas de decirle a mi padre sus verdades en su cara—. Mi hermano, Ben, y yo nos iremos.

Estuvo a punto de irse con los chicos; pero yo no iba a permitirlo.

—Ustedes no van a ningún lado —Mi padre me vio furioso—. Papá conoces a Jade, Max y Ben desde que éramos niños, ellos también son de la familia y tienen todo el derecho de saber la verdad. No los puedes denigrar de esa manera. Te guste o no, ellos se quedaran aquí conmigo.

Todos en la habitación me vieron como si lo que acababa de ocurrir fuese irreal e imposible de creer.

Nunca en mi vida había desafiado así a mi padre, quien estaba que expulsaba humo por la nariz. Sin embargo no me importó. No permitiría que él denigrara a mis amigos de esa manera.

—Como quieras, pero es tu responsabilidad si ellos abren la boca —zanjó mi padre.

Con esa seguridad que seguía sin saber de dónde surgió, le contesté:

—Tranquilo, yo meto la mano al fuego por ellos.

La mirada de mi padre me demostró que quería darme la reprimenda de la historia, pero se contuvo.

Planeta Mesozoico: Período Triásico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora