Capítulo 14

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Orion:

Finalmente me había revelado su nombre, Draco. Nunca pensé que algo como él viviera dentro de mí, era extraño saber que literalmente no estaba solo, que en lo más profundo de mi mente se escondía una bestia muy poderosa. Quise preguntarle muchas cosas, pero él decidió ausentarse de nuevo.

Si había algo en lo que Draco era bueno, era en hacerse el misterioso que me sacaba de mis casillas.

Él era demasiado misterioso; pero con el tiempo logré que confiara en mí y yo en él. Sabía muchas cosas, pero poco a poco fue revelándomelas. Era como tener el libro de los misterios del universo en tu cerebro, pero solo podías obtener la respuesta que buscabas cuando él lo viera necesario.

Me preguntaba qué cosa era él, no podía ser simplemente una voz en mi cabeza que aparecía cuando le provocaba, tenía que haber una explicación. Cuando le preguntaba a Draco al respecto, jamás me respondió. No daba su brazo a torcer —si es que tenía un brazo al menos—. Llegué a pensar que estaba volviéndome loco, que él solo era un producto de mi imaginación, pero ese pensamiento se fue de mi mente, cuando recordé que el encapuchado sabia de la existencia de Draco.

«¿Pero cómo?», me pregunté.

¿Cómo sabia ese asesino lo que pasaba por mi cabeza?

No era Lunalia para leer mis pensamientos.

Draco era un completo enigma y si él no me daba las respuestas que necesitaba, solo me quedaba preguntarle al único saurio en el mundo que podía contarme. 

El encapuchado. Solo él podía decirme que es lo que estaba pasándome.

Si es que lograba hacer que me contestara, ya que le fascinaba jugar conmigo como si fuera su marioneta.
 
La próxima luna llena era dentro de cinco días, teníamos que tener todo listo para emboscar al encapuchado durante la luna llena. El tiempo se agotaba y teníamos que movernos lo más rápido posible.

En el palacio se podía sentir lo presionados que estaban todos.

Los Alfas estaban siendo muy estrictos con todos, el plan tenía que salir a la perfección, Solarius nos había dado una oportunidad y no podíamos desaprovecharla. Era nuestro momento de sorprenderlos a ellos.

Me sentía muy confiado, sentía que por fin íbamos por buen camino.

Los primeros dos días estuvieron preparando todas las armas y entrenando, mejorando sus técnicas de combate como si no hubiera un mañana, me sentía como si estuviera en una de esas batallas que pasarían a la historia y serian contadas a las futuras generaciones.

Yo no me quedé atrás, entrené lo mejor que pude dando todo mi potencial, perfeccionando mi piroquinesis. Los chicos se unieron conmigo al entrenamiento. Los cuatro estábamos muy motivados, el futuro de los tres reinos estaba en nuestras manos, habíamos fallado en nuestras misiones anteriores; pero esta era la oportunidad para enmendar nuestro error. El espíritu del sol se había manifestado para ayudarnos y no podíamos fallarle.

Estuvimos horas derramando sudor, perfeccionando nuestros poderes elementales hasta que nos dolieran los huesos. Cuando finalmente no pudimos más, cada quien fue a sus habitaciones a asearse.

Mi cuerpo se deleitaba con el agua de la regadera. Al instante en que el chorro de agua cayó sobre mi cuerpo, sentí la mayor liberación de mi vida. Como si toda la presión y los demonios en mi cuerpo se esfumaran por completo.

Al salir tomé mi paño y comencé a secar cada musculo de mi cuerpo, tomé el perfume de mi mesa y rocié la exquisita fragancia hasta que pareciera un simple mito que hace unos minutos olía a mugre.

Planeta Mesozoico: Período Triásico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora