Capítulo 5

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Orion:

La cabeza me ardía como el infierno, sentía que en cualquier momento me daría un derrame cerebral. Abrí los ojos lentamente para comenzar a mirar por todos lados como un loco queriendo salir del manicomio. Me di cuenta que me encontraba en una gran habitación, mientras yo reposaba en una cómoda cama.

Miré por todos lados y no había nadie.

«¿Dónde estoy?», pensé.

Detallé detenidamente cada parte de la habitación, tenía las paredes pintadas de azul, el techo era de color blanco y en él colgaba un candelabro de cristales brillantes, al lado derecho de la cama había un armario y en el lado izquierdo había una terraza para ver el panorama.

Escuché unas voces que provenían de la puerta, así que me levanté rápido de la cama, y en cuanto me levanté, me di cuenta de que todavía estaba en el océano. Me costó otra vez acostumbrarme a moverme pero lo logré.

Me acerqué lentamente a la puerta para escuchar de qué hablaban quienes sean los que estuviesen ahí, pegué mi oído a la puerta pero no oí nada, hasta que vi que la puerta comenzó abrirse. Lo único que se me ocurrió fue lanzarme contra quién sea el que iba a entrar y atacarlo.

Cuando esta se abrió, no lo pensé dos veces y lancé un puñetazo al que lo recibiera, pero mi golpe fue rápidamente esquivado para que luego yo terminara recibiendo una patada en la entrepierna que ardió cómo no tienes idea.

Terminé retorciéndome en el piso, cuando levanté la mirada, pude notar quién fue el que me pateó, o la que me pateó.

—¡Para la próxima te dejo estitico! —gritó furiosa la de ojos azules.

Ben la miró raro.

—Jade, creo que quisiste decir "estéril" —le corrigió, tratando de contener la risa.

Ella lo fulminó con la mirada.

—¡No me corrijas, animal! —respondió ella—. ¿Se puede saber por qué me ibas a pegar?

—Perdón, es que pensé que eras el encapuchado —me excusé.

—¡¿Acaso tengo una capucha como para que me parezca al encapuchado?! —gritó aun más furiosa la de ojos azules.

—Perdón, estaba asustado —dije—. ¿Dónde estamos?

—En el castillo del Alfa Neptun —respondió Jade—. Estuviste inconsciente el resto del viaje, ¿qué fue lo que pasó? Nos asustaste mucho, todos me vieron la cara de loca porque estaba segura de que fueron los ojos.

—Y no te equivocas. —De repente Jade comenzó a saltar de alegría.

«¿Qué le picó?», dije internamente.

—Lo sabía, ¡yo nunca me equivoco, animal! —exclamó victoriosa la de ojos azules, luego miró a Ben quien tenía una cara de espanto, mientras ella esbozaba una sonrisa maliciosa—. Págame.

Ben de mala gana le dio veinte piezas de plata.

Esos idiotas habían apostado.

—Yo juraba que fue el encapuchado —dijo Ben, derrotado.

—Es que tú tampoco te equivocas —respondí.

—¡Devuélveme mi dinero, Jade!

—No se aceptan devoluciones.

«Estos hijos de…».

—¡Cállense! —grité, ellos me miraron asustados.

Me levanté del suelo y me senté en la cama. Ellos me siguieron y se sentaron a mi lado, comencé a contarles todo lo que pasó antes de quedar inconsciente, mientras ellos escuchaban atentamente cada detalle.

Planeta Mesozoico: Período Triásico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora