El día del sol negro, parte 2
El Alfa Orion.La luna cubrió el sol. El día en tinieblas se convirtió. La vida se extinguió. El eclipse de sol, una nueva era inició.
Orion:
Mi manera de ver las cosas cambió, mi manera de ser cambió. Mis creencias cambiaron. Todo lo que viví desde que el encapuchado apareció en mi vida, forjó al saurio que soy en la actualidad. Perdí muchas cosas; pero terminé recibiendo otras mucho mejores, cometí errores; pero de ellos aprendí. Creí que yo era lo que mi padre quería; pero la realidad es que tuve que descubrirlo yo mismo. Mi papel en el mundo. Mi propósito.
El universo me escogió para hacer grandes cosas, no le iba a decepcionar.
Ese Orion soberbio, déspota y orgulloso se había ido, para que uno mejor pudiera nacer. Las cosas por las que pasé fueron necesarias para que yo pudiera ser la mejor versión de mí.
Fue un camino largo y difícil, pero si me preguntan si estuviera dispuesto a revivirlo, lo haría sin pensarlo dos veces. Pero por más triste que sea, todo tiene su principio y su final. Una etapa culmina para que una nueva inicie. De eso se trata la evolución.
***
La oscuridad había cubierto toda la ciudad y estaba por extenderse hasta alcanzar los demás reinos. De la brecha que se abrió en el cielo, el enjambre de sombras espectrales no disminuyó ni por un segundo. Era como si las que vi en Saurepcia se hubiesen multiplicado.
El pánico y la desesperación podían olerse con perfecta claridad en el aire. El caos era lo único existente. Los gritos desgarradores de los saurios intentando huir de los espectros, los sonidos de las explosiones ocasionadas por el choque de poderes elementales creados por los soldados de la guardia real que intentaban proteger a los civiles. Ya no era simplemente un duelo para ganar la corona, sino uno para impedir la destrucción de Mesozoia.
Después de haberme dicho que me preparara para mi inminente muerte. Trex se quedó inmóvil por un tiempo, contemplando su nueva fuerza y apariencia. La oscuridad lo tenía más cegado que nunca.
Iba a intentar razonar con él, pero no sabía qué decirle. No podía simplemente pedirle que detuviera toda esa locura y esperar que mágicamente cambiara de opinión. Porque toda esa destrucción, todo ese caos, todo ese dolor, era la representación del sufrimiento que mi padre y yo le ocasionamos.
No hacía lo que hacía porque quería. Lo hacía porque no hallaba otra forma de liberarse de todo el rencor y el dolor que tuvo que reprimir. Cuando nuestros corazones han sido heridos de la peor forma, muchos hemos deseado que el mundo entero sintiera esa misma tormenta que nos consumía. Mi hermano estaba cumpliendo ese retorcido deseo.
Pero tenía que detenerlo, los saurios no merecían lo que él había desatado, y yo era el único que podía detenerlo.
—¡Trex! —lo llamé, desesperado. Fui acercándome lentamente a él—. Tienes que detenerte —le supliqué.
Rodeado de esa abominable aura maligna, y con una voz monstruosa y distorsionada, respondió:
—¿Por qué debería? —cuestionó—. ¿Ahora que vez que soy una amenaza, deseas ser el hermano atento y preocupado? Hipócrita.
Sus palabras fueron venenosas y afiladas, antes me hubiese importado poco lo que me dijo; pero las cosas habían cambiado.
—Lo sé. Me lo merezco, fui un maldito idiota contigo y con todos —acepté, completamente arrepentido—. Te hice mucho daño, te abandoné cuando más me necesitaste. Mi ignorancia me tenía cegado —El nudo en mi garganta era sofocante—. Desde lo más profundo de mi corazón, perdóname —Él no sabía qué decir, en sus ojos se reflejaba su impresión al escuchar mis palabras—. Perdóname por ser una basura contigo, nada de lo que haga podrá borrar el dolor que mi padre y yo te hicimos, pero permíteme ayudarte a sanar esas heridas…
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Planeta Mesozoico: Período Triásico ©
Fantasy¿Nunca te has imaginado cómo sería un mundo gobernado por dinosaurios? Uno en el que el asteroide no los hubiera extinguido, sino que los hubiera hecho evolucionar, otorgándoles poderes elementales. Un mundo cuya sociedad estuviera dividida en tres...