Capítulo 22

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Orion:

Su devastador poder fue lo más aterrador que pude haber presenciado. No tenía las palabras suficientes para describir cómo su fuerza superaba a todo lo que alguna vez mis padres me prepararon para enfrentar en un futuro.

Me enseñaron las características de cada uno de los siete elementos; pero el elemento sombra era algo completamente desconocido, una fuerza abominable que arrasaba con todo a su paso. Un elemento completamente opuesto a los otros.

Tenía que analizar con mucha atención sus capacidades si quería salvar mi pellejo de la ira del marqués, el cual estaba esperando ansiosamente que su aliado invernal me llevara ante él, y desatar toda la fuerza de las tinieblas sobre mí.

El encapuchado deseoso de volver a presenciar más caos y destrucción en el campo de batalla obedeció la orden de mi hermano, y con un solo chasquido de sus dedos una corriente de viento helado me envolvió transportándome justo frente a Trex.

Ya no estaba atrapado en mi prisión de hielo, podía moverme con total libertad; pero aún seguía temblando por el frio.

Al levantar la mirada hicimos contacto visual después de ver cómo hizo que el cuerpo de nuestro padre se descompusiera hasta hacerlo polvo.

Siempre he creído que los ojos son las ventanas de nuestras almas, motivo por el cual siempre me fijo en las miradas de los demás. La de mi hermano reflejaba muchas cosas, locura, venganza, ira, pero lo que no había dentro de ella —ni siquiera una simple gota—, era el arrepentimiento. Estaba disfrutando cada segundo, cada minuto que pasaba infundía temor en los corazones de cada saurio presente en las ruinas de Saurepcia presenciando cómo nuestra familia se caía a pedazos.

La perfecta familia Morgan terminó fragmentada por completo.

Nada sería como antes.

El marqués de las sombras no me quitaba los ojos de encima, su mirada estaba tan vacía y sin algún rastro de luz que podía sentir cómo trataba de contaminarme con la misma oscuridad que corría por sus venas.

—Con nuestro padre muerto, uno de nosotros tiene que ser el nuevo Alfa —al decir eso, ya sabía a donde quería llegar, fue por eso que mató primero a papá. El momento por el que durante tantos años habíamos estado esperando—: Yo, Trex Morgan; príncipe del Reino Tierra. Frente a los Alfas de los otros dos reinos, declaro que el día del duelo ha iniciado.

Tantos años temiendo que ese día llegara, y estaba ocurriendo justo en las peores circunstancias.

No se lo demostraría, pero por dentro estaba temblando de miedo.

No sabía si era porque al fin estaba mostrándome su verdadera cara, o porque el poder de las sombras le daba esa capacidad a su portador de infundir miedo a su víctima.

Fuese lo que fuese, tenía que tener cuidado, no habíamos iniciado el combate y ya podía sentir el inmenso y devastador poder que se escondía en su interior, como un huracán aprisionado en lo más profundo de su ser ansioso por desatar el caos y la destrucción en cada rincón del planeta.

Tragué saliva y dije:

—Pues, ¿qué estamos esperando? Que comience lo que por tanto tiempo hemos esperado.

No sé de dónde, de qué rincón de mi cuerpo saqué la seguridad para decir eso sin sonar como un bebé asustado.

Trex sonrió complacido por mi respuesta, sentía que se alimentaba del pavor que me empeñaba por no demostrar; pero creo que fue inútil. Algo me decía que él era consciente del efecto que tenía sobre mí.

El encapuchado se puso en medio de nosotros, esperando dar inicio al combate.

—Prepárense —habló el de ojos amarillos.

Planeta Mesozoico: Período Triásico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora