Capítulo 24

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Orion:

Sé que dije que me sentía capaz de cualquier cosa, pero al ver quién sería mi siguiente oponente, toda esa confianza se fue por el caño.

Aunque finalmente había logrado dominar una parte de mi poder primigenio, un Luxmancer no era algo que se debía tomar a la ligera.

El elemento de la luz es considerado uno de los elementos más fuertes entre los siete. Algunos saurios en Mesozoia lo califican como el número uno en la pirámide de poder.

Sus habilidades son muy versátiles y poderosamente precisas. Si te enfrentas con un Luxmancer tienes que abrir tu mente a las posibilidades.

Y para mi gran suerte, el cosmos conspiró para que yo tuviera el privilegio de enfrentarme a uno de esos poderosos Unimancers. Uno que se convirtió en Alfa, era un gran honor para mí. El Alfa Horus iba a mostrarme el auténtico poder de la luz y yo le mostraría la fuerza de un primigenio estío.

«¡Que comience ya!». Draco estaba igual de ansioso que yo.

La adrenalina se activó instantáneamente, embriagándome con la misma excitante energía, encendiendo cada uno de mis sentidos. Mi campo áurico fluía con mucha intensidad.

El fuego en mi interior quería arrasar con todo a su paso.

—Tres —inició el conteo Jade.

En mi interior Draco rugía de la emoción.

—Dos —continuó Ben.

Nuestras auras centelleaban con intensidad y fulgor.

—Uno —finalizó el Alfa Nerus.

Mi corazón estaba fuera control.

—¡Peleen!

Mi rugido y el del Alfa se sincronizaron de una manera armónica, resonando por todo el campo de batalla.

Corrí directo hacia él para dar el primer golpe. El Alfa extendió sus grandes alas —era evidente que era un Quetzalcoatlus en toda la extensión de la palabra—. Sus alas brillaron con intensidad, cegándome con su majestuosa luz iridiscente.

Atrapado en mi ceguera efímera, sentí cómo me golpeó con fuerza en el estómago.

¿Qué obsesión tenían todos con golpearme en esa zona?

Salí disparado no sé cuántos metros, impactando fuertemente en el piso. Cuando recuperé la vista, me puse de pie rápidamente.

—¡Vamos, príncipe, puedes hacerlo mejor! —gritó el Alfa Horus, desde la distancia.

Quería ver lo mejor de mí, entonces se lo mostraría.

Respiré profundo, relajé mis músculos, dejé que mi aura fluyera uniformemente en cada rincón de mi cuerpo.

El Alfa liberó su campo áurico nuevamente, permitiéndome ver detenidamente su majestuosa aura dorada. Era como ver el oro en una especie estado energético.

Absolutamente hermoso.

Concentró varias partículas de luz en sus manos, y sin dejarme reaccionar ya me encontraba siendo atacado por un enjambre de balas de luz. Impactaron en mi cuerpo con una fuerza y rapidez que sentía como si mis huesos se debilitaran de una forma muy anormal, como si se volvieran gelatina o algo parecido.

Los ataques lumínicos tenían efectos muy extraños en los cuerpos de los dinosaurios.

Terminó de torturarme y se acercó a mí rápidamente hasta que estuvimos cara a cara. Sucedió tan rápido que no supe que hacer. Puso su mano en mi pecho y concentró una cantidad mayor de partículas de luz que emitían un brillo tan intenso que me cegó nuevamente. Sentí como si una manada de animales salvajes me hubieran aplastado cuando el Alfa liberó la energía lumínica comprimida.

Planeta Mesozoico: Período Triásico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora