Orion:
El frio y las sombras trabajando juntos era la combinación más peligrosa y poética.
Todos los reinos tenían que prepararse para lo que estaba por venir, porque la ira del marqués era algo de lo que temer.
Un Umbramancer era como el mismísimo demonio.
Nos acercábamos a la recta final. El reloj corría sin esperar a nadie, era una carrera que no pensábamos perder.
Volvimos al palacio avergonzados, era una derrota sumamente humillante y el peligro aún seguía al acecho.
Trex y el encapuchado se habían ido sin dejar rastro; pero eso no significaba que no pudieran atacar en cualquier momento. Esos dos eran unos maestros para sorprendernos cuando les daba la gana. Saurepcia fue el acto de apertura, era hora de que finalmente presenciáramos el acto final.
Los soldados fueron llevados inmediatamente al centro médico del palacio, necesitaban ser atendidos urgentemente.
Cuando mi madre vio que habíamos regresado estaba emocionada; pero esa emoción fue borrada en un instante al contarle todo lo que pasó, cayó destrozada al piso convertida en un mar de lágrimas.
El mundo se había desvanecido totalmente, solo era ella atrapada en una burbuja con el dolor como su fiel compañero. La gran Delta Oriana había perdido a su esposo y a su hijo el mismo día, el dolor más desgarrador de su vida.
La llevé a su habitación y me quedé con ella a su lado para darle el apoyo que necesitaba, estuvo un tiempo privada en llanto hasta quedar sumergida en un profundo sueño. Verla así me rompió el corazón; pero lo que yo sentía no era nada comparado con su dolor, era algo que ella cargaría toda su vida.
Al salir de su habitación, me encontré con los Alfas. Me llevaron a la oficina de mi padre, el Alfa Horus tenía que hablar seriamente conmigo. El presenciar lo que ocurrió en mi combate contra Trex lo dejó impactado, y gracias a sus conocimientos sobre las antiguas leyendas de su reino, descubrió qué fue exactamente lo que pasó. Además, eso le ayudo a confirmar que yo era un primigenio.
Tomó asiento en el sillón del escritorio de mi padre y se quedó viéndome fijamente. Sus ojos destellaban lo ansioso que estaba por contarme todo lo que sabía.
—Increíble —habló, con un toque de fascinación. Finalmente había dicho algo después de tanto misterio—. Todo este tiempo tuvimos a un primigenio estío entre nosotros.
La fascinación en sus ojos era demasiado grande, como un niño impactado al ver lo que por tanto tiempo había soñado.
El Alfa Nerus no se veía para nada confundido, seguramente antes de buscarme el Alfa Horus lo puso al corriente.
Yo aún no superaba el hecho de que había creado ese extraño fuego azul, eran demasiadas cosas en un día para que yo las procesara así de fácil.
El Alfa Horus me sacó de mis pensamientos al continuar con su charla.
—Ahora entiendo por qué tu amigo el Triceratops estaba tan interesado en saber sobre los espíritus de las cuatro estaciones; pero nunca imaginé que tú fueras uno de sus heraldos, mucho menos uno con tus habilidades —Al decir la palabra "heraldo" me confundió un poco—. Eso significa que aún hay esperanza.
—¿Me puede explicar de qué me perdí?
Me sentía muy confundido, necesitaba que me hablara claro y sin rodeos.
—Solo escuche, príncipe —ordenó el Alfa—. Tú eres el único saurio en el mundo capaz de vencer a un Umbramancer.
—¡¿Qué?! —Estaba que pedía ayuda—. Vio el patético desempeño que tuve en el combate, no pude hacerle ningún daño. La única razón por la que me salvé fue por esas flamas azules.
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Planeta Mesozoico: Período Triásico ©
Fantasy¿Nunca te has imaginado cómo sería un mundo gobernado por dinosaurios? Uno en el que el asteroide no los hubiera extinguido, sino que los hubiera hecho evolucionar, otorgándoles poderes elementales. Un mundo cuya sociedad estuviera dividida en tres...