Capitulo 4

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Jared se consideraba el Sireno más listo del universo... o quizás era solo que los humanos eran demasiado tontos. Como sea que fuese, estos aún seguían pensando que el Alfa era completamente incapaz de entenderlos mientras hablaban, cuando este lo hacía perfectamente... al menos la mayoría de las palabras. Pero las suficientes para darse cuenta cual era el plan de los hombres para con él casi desde el principio.

La cosa es que, aunque Jared nació y creció como un Sireno libre siempre fue también muy a pesar de los regaños de sus padres, demasiado curioso, y al vivir cerca de un asentamiento humano, no podía evitar acercarse en muchas ocasiones y vigilarlos sin que estos lo notaran, viendo un poco de cómo eran sus vidas y demás, y lentamente aprendiendo algo de su comunicación.

Sin embargo, su curiosidad (y lujuria), también solía meterlo en problemas, como justo ahora cuando luego de ser atrapado por error en una red de pesca, al estar demasiado distraído persiguiendo una deliciosa colita alegre omega, fue llevado a ese lugar de "preservación de la vida silvestre marina", metido en un horrible tanque (bueno, no era tan feo la verdad, pero no era el océano en el Jared estaba acostumbrado a vivir) y luego analizado y visto por montones de hombres como un espectáculo.

No era nada agradable, y en más de una ocasión se encontró deseando que alguno de esos humanos cayera en su guarida, para enseñarles que no deben meterse con un gran Alfa Sireno como él.

Luego sin embargo fue escuchando a algunos de esos hombres hablar y pudo saber algo sobre los planes que tenían para él... y tuvo que aceptar, que tampoco eran tan, tan malos. De manera que esos humanos planeaban meter omegas a su tanque... así, gratis, como todo un regalo para que se aparease con ellos. Oh si, sin duda podía estar a bordo de esa idea.

Fue no obstante el comentario de uno de los humanos vestido de traje y que hablaba con aquel pequeño de ojos rasgados lo que lo hizo cambiar de opinión, cuando aseguró que en caso de que la idea no funcionara, y el Alfa no se apareara con dichos omegas, tendrían que cancelar todo, y liberarlo.

¡Podía recuperar su libertad!, volver a su hermoso océano al lado de sus leones marinos y dejar atrás todo este mal sueño de estar atrapado entre humanos tontos que lo veían como un espectáculo. Todo a cambio de rechazar aparearse con omegas.

Pero la verdad es que la elección tampoco era así como que taaaan fácil... después de todo, él era un sireno Alfa de sangre caliente en las venas y eso, no un simple pez frio, y como cualquier Sireno Alfa, el meter su polla dentro del cálido pliegue genital de un omega y engancharse hasta soltar su semilla, siempre sería una de las prioridades en la vida. Ya saben eso que dicen los humanos de nacer, crecer, reproducirte y morir... Él ya había nacido y crecido... así que su vida ahora consistía en lograr el tercer punto... tanto como le fuera posible.

Entonces ahora los humanos se lo ponían de lo más fácil, ni siquiera tenía que buscar, ni siquiera tenía que competir con otros Alfas, ellos mismos le llevarían a los omegas hasta su plato y se los servirían y su único y estupendo trabajo sería follarlos y aparearse con ellos. Todo un regalo de la vida... ¿O no?

Pues no... Porque a cambio, Jared tenía que sacrificar algo que era igual o más valioso que el copular con dulces omegas... su libertad, él tendría que conformarse a vivir el resto de su vida en un tanque no mayor que una laguna marina, tendría que dejar de convivir con muchas especies, y al final del día terminaría muriendo de aburrimiento.

De forma que tras mucho pensarlo considero que no, él no quería esa vida, y no dejaría nuevamente que una colita alegre omega lo metiera en problemas convenciéndolo de lo contrario.

Así fue como ideo su plan, así fue como mordiendo su aleta se había mantenido imperturbable ante aquel bonito primer omega de cola purpura que le trajeron, venciendo completamente a la fuerte a la tentación, aun cuando todo el maldito tanque se había llenado con el aroma del mismo. Pero Jared solo lo ignoró, soportando incluso el dolor en su polla, ansiosa de poder salir de su propio pliegue.

Una semana después, desilusionados, los humanos se llevaron al omega, y el Alfa pudo una vez más respirar tranquilo.

Pero solo por poco tiempo, porque apenas unos días después trajeron una segunda opción esta vez de cola carmesí, al cual tal como al primero se lo presentaron a través de un vidrio. Jared gruño, pensando en la tortura que le esperaba cuando metieran al chico a su tanque y pudiera además de verlo olerlo y tener que resistir el perforar esa apertura apenas visible del pliegue con su pene... y dentro de su propia frustración, se había dado de bruces contra el vidrio, asustando el dulce sireno del otro lado.

Desde luego, esa no había sido la intención del Alfa, el sería incapaz de lastimar a un omega e incluso sintió su corazón encogerse al ver a este asustado casi llorando, y estuvo a punto de intentar consolarlo, cuando notó algo más.

El sireno no había sido el único en espantarse, sino que al parecer también lo habían hecho los humanos, que rápidamente comenzaron a alejarlo por ellos mismos del omega en cuestión.

Bueno, esto había sido sin duda mucho, mucho más fácil, y ahora que Jared tenía la receta, se estaba declarando victorioso... desde ese punto, el sería un Sireno salvaje y feroz, mostrándose agresivo con todo el mundo, incluso sus futuros prospectos... con lo cual, no les quedaría otra que liberarlo cuanto antes.

Y ese era el plan que había seguido hasta ahora, y el que estaba a punto de ejecutar a continuación, al ver como una vez más los humanos estaban preparando todo, y como el tanque aledaño del vidrio estaba siendo abierto para depositar un omega más, uno, que él no tardaría en atacar al instante y asustar (aunque eso le doliera, lo tenía que hacer).

Escuchó finalmente el splash de la inmersión del nuevo vecino, y tan curioso cómo era se acercó rápidamente, sin embargo, esta vez apenas pudo ver el destello de lo que parecía ser una cola en varios colores pastel, antes de que el sireno desapareciera resguardándose en unas rocas que servían de pequeña cueva guarida. Asustado aún antes de haberlo asustado...

Si, demasiado fácil.  

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