서른 셋

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La primera vez que había entrado en el hogar de los Jeon, fue a escondidas y a mediodía, con el hogar solo e inundado de una cálida luz que le extrañaba, porque en su casa no entraba una luz de esa tibieza.

Sunhee había estado nerviosa e incluso miró cientos de veces a sus lados por si había algún vecino chismoso, aunque a Taehyung le pareció exagerada la reacción si sólo iban por sus libros olvidados antes de ir a la universidad.

Se sintió extraño dentro, por lo que salió mucho antes de que Sunhee diera por terminada su búsqueda, nervioso por el ambiente hogareño.

No había vuelto hasta algunos años después, y fue porque su novia se encontraba en una emergencia y Taehyung se vio en la obligación de llevarla al trabajo, porque aunque no lo externaban en voz alta, los dos estaban más que bien sin tener que encontrarse en la casa de la omega, intimidados por las presencias siempre revoloteando por todas partes.

Recordaba que le había llamado la atención que la madre de Sunhee estuviera limpiando con tanto esmero una habitación vacía y que parecía en perfecto estado, aunque se distrajo por completo al ver al alfa de su hija, quien había dicho que tenía pareja más nunca los había presentado formalmente. Cuando Taehyung preguntó por la habitación, Sunhee respondió con un sencillo:

"Extraña a mi hermano, así que limpia y acomoda su habitación todos los días, como si pudiera regresar más pronto"

Le sentó mal al estómago, porque el jamás había vuelto a pasar un trapo limpio por la habitación de sus padres o las gemelas, sino que las había cerrado con llave y años después, también cerró para siempre las puertas de su antiguo hogar y buscó uno nuevo, incapaz de seguir viviendo en una cáscara tan vacía y demasiado grande para él.

Después fueron visitas constantes y Taehyung terminó acostumbrándose a la casa de los Jeon, más jamás se sintió en la necesidad de prestar atención, porque las fotografías, olores cálidos y hogareños, le causaban picazón en la nariz y dolor en una parte profunda de su corazón, así que entre menos viera la unión de la familia, mejor.

Sin embargo, ahí estaba, con una taza humeante de té de lavanda y apreciando cada detalle a su alrededor, viendo pequeños fantasmas de su omega yendo y viniendo por todas las partes de la casa. El lugar en donde Jungkook había crecido y formado, viendo como un nuevo mundo se abría ante sus ojos al encontrarse en un espacio tan preciado para su Jungkook, así que guardó en su mente todas las fotografías que no había visto antes hasta apreciar el hecho de que sobre la mesa de la sala de estar, estuvieran unos libros regados que casi le pide a la madre de los omegas que le habían cambiado la vida, que no los retirara, porque de alguna forma se sentía cercano a él.

Porque no se iba esa sensación en el pecho que asemejaba a un gigante agujero negro que sólo se llenaría al tener a Jungkook de nuevo en sus brazos.

—¿Cómo conociste a Sunhee?—Murmuró el alfa a cargo de la pequeña manada—Y la verdad, porque no me he creído nada desde el principio.

Ah, había pasado tanto y oscuros tiempos con la omega que, de alguna manera, el inicio de todo se veía borroso y distante, como si hubiera nacido con su presencia.

O más bien, como si su nueva vida se hubiera originado gracias a ella.

—En una fiesta—Se sinceró, bajando la mirada a la taza humeante.

La lavanda estaba bien.

Más que bien.

Pero no igualaba a la tranquilidad del olor de Jungkook.

Más servía para calmar a su lobo, que estaba convirtiéndose un peso abrumador en la boca del estómago que le podría hacer vomitar.

—Creo que en los primeros años de universidad, no lo recuerdo muy bien. Hemos sido amigos desde entonces.

EUPHORIA |KTH & JJK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora