열 아홉

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"But are we all lost stars..."

La temporada de lluvias llegó con retraso.

Y no era para sorprenderse por ello, después de todo el clima en los últimos años había estado desincronizado con lo natural y aunque las estaciones seguían ahí, todo parecía haberse vuelto a su manera.

Por lo que la tormenta no sorprendió a Taehyung cuando a medianoche, un viento ajeno a la temporada comenzó a filtrarse por los agujeros de su casa que jamás encontraría, ocasionando unos silbidos un tanto terroríficos, potenciados con las ventanas agitándose por la intensidad de una nueva e inminente tormenta que tocaba las puertas de las casas de la ciudad.

Sabía que llovería, la aplicación del clima le había avisado desde la mañana para que tomara precauciones con la futura llegada de una tormenta en el transcurso de la noche o del día siguiente.

Y el pronóstico se cumplió.

Sólo que esa vez, Taehyung no se encontró inquieto por los sonidos lejanos de truenos a punto de caer sobre ellos ni con el resplandor de los relámpagos que iluminaban su hogar durante breves instantes, pero los suficientes para crear sombras que lo incomodaban.

No temía a la oscuridad ni a las tormentas, pero sí lograban inquietarlo los sonidos estridentes y la falta de un sentido, volviéndolo torpe en la negrura que lo rodeaba. Había sido así desde pequeño y aunque su madre lo acunaba entre sus brazos y acariciaba sus mejillas con ojos desbordantes de amor mientras le murmuraba que cuando estuviera mayor, no le importarían aquellos ruidos.

Pensó durante toda su vida que su madre le había mentido, porque seguía mostrándose incómodo cuando en las noches no mantenía encendida la luz del pasillo que daba a la cocina, apenas leves desde su habitación pero lo suficiente para iluminar un poco por debajo de la puerta cerrada. También las tormentas lo hacían removerse inquieto entre las sábanas a causa de los sonidos y las luces.

Pero esa noche, sentado en el comedor tranquilamente con su computadora frente a él como única fuente de luz en la oscuridad de la casa, con sonidos lejanos que amenazaban convertirse en cercanos y suaves iluminaciones de los relámpagos, Taehyung no estaba ansioso.

Y sabía que se debía a la figura que yacía en el sofá más grande de su sala de estar, cubierto en sábanas hasta la cabeza convirtiéndolo en una silueta extraña y acolchonada, que muy apenas se movía bajo una respiración tranquila.

No, Taehyung no tenía miedo a la oscuridad ni a las tormentas.

Le aterraba la soledad.

Dirigió su mirada nuevamente a su trabajo para dejar descansar al omega, sin querer perturbar sus sueños.

Convencer a Jungkook de que se quedara había sido menos difícil de lo que imaginó. Tal vez porque su corazón se encontraba débil y cansado por la confesión a medias que se atrevió a decir a Taehyung, o tal vez porque la idea de pasar la noche en su camioneta no le había parecido tan buena después de todo. Y ya había dormido ahí aunque no hubiera sido a propósito y Taehyung parecía sincero con su oferta, incluso lo dió de cenar y ambos se encontraron comiendo en silencio en la barra de la cocina, sin querer salir de ahí y romper esa burbuja de confianza que habían creado, tan imprevista que el más mínimo movimiento la rompería.

Pero siguió presente aún cuando ambos se encargaron de lavar los platos sucios y acomodar la sala, también cuando Jungkook se adueñó del sofá y se encerró en su celular ya cargado completamente, escribiendo a Jimin para que dijera que estaba en su casa y se había quedado dormido. El omega le había cuestionado que era lo que sucedía, pero Jungkook no quiso decir, sólo pidió una coartada que Jimin aceptó.

EUPHORIA |KTH & JJK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora