하나

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—¡Jungkook!

Recibió al alfa con los brazos abiertos, sintiendo el otro cuerpo restregarse contra él, con una nariz intrusa olfateando su cabello con curiosidad.

—¿Estás bien? Tus...

Hoseok calló de inmediato al ver la mirada acusadora, incitándolo a cerrar la boca. Su amigo rió desvergonzado y se apartó del cabello del omega, pero aún con sus brazos alrededor de su cuerpo, intentando ocultar las feromonas del chico con su olor dominante, que parecían salir descontroladas por cada poro de su piel para tranquilizarlo y era casi una advertencia silenciosa: Estás con tu familia, relájate.

La presencia de Hoseok siempre era tranquilizadora para Jungkook y viceversa, ambos acudían el uno al otro cuando sus lobos se comportaban necios y necesitaban sucumbir a sus placeres carnales y salvajes, pero iba más allá de eso. Su amistad era el motivo de tanta confianza y seguridad entre ellos.

Sin embargo, ese día, Jungkook se encontraba extrañamente irritado y el contacto de su amigo le parecía sofocante y algo molesto, pero se obligó a controlarse ya que Hoseok le esta haciendo un favor en intentar tranquilizarlo después del encuentro con el prometido de su hermana, quien lo había dejado con la boca seca y el corazón latiendo furiosamente contra su pecho.

Además, su lobo no ayudaba para nada, y no paraba de maldecirlo al sentirlo tan sumiso ante la presencia del alfa comprometido al que claramente, no debía de tener tales sensación.

"Maldito perro" Farfullaba entre sus pensamientos, queriendo crear una excusa para encerrarse en su habitación y sumergirse en agua helada, golpeando su cabeza contra la pared para ver si así podía eliminar aquellas ideas que lo hacían sentir sucio y abyecto.

Su hermana se iba a casar con el alfa, dios.

¿Qué le ocurría a su lobo aquel día?

—¿Acabas de regresar y ya estás tan odioso?

Jungkook casi le mostró los dientes en un gruñido, pero su amigo lo sujetó aún más fuerte entre risas.

—Cuarto día y ya quiero regresar a Japón—Farfulló la mentira a medias.

—¡Jungkookie!

Ambos chicos de voltearon para ver a la dueña de aquel chillido. Sunhee lo miraba acusadoramente y con sus labios entreviendo un ligero puchero.

Jungkook intentó ignorarlo y fijar su atención en su hermana únicamente, pero la silueta de su novio a sus espaldas lo estaba distrayendo demasiado.

—Estoy bromeando—Compuso una sonrisa—Me alegro de estar de nuevo en casa.

Los últimos días había estado recibiendo demasiadas muestras de afecto de sus conocidos, amigos y familiares y aunque al principio las había disfrutado, incluso dejando escapar unas pequeñas lágrimas cuando pisó de nuevo su verdadero hogar y aspiró los olores de su infancia, en ese momento ya le parecían exagerados, pero aún así soportó el abrazo de su hermana, frotó su espalda para tranquilizarla y dejar un beso en su frente.

—Se que te lo he dicho mucho, pero te extrañé.

—No seas mentirosa—Chasqueó la lengua—Eso decías para ir a Tokio y me usarme para ir a turistear.

—De algo tienes que servir—Gruñó Sunhee, brindándole un golpe en el pecho para separarlo.

Ah, el amor volátil de hermanos.

Todos los jóvenes rieron ante la fraternidad y Jungkook casi se sobresaltó al escuchar una risa ronca a la que no estaba para nada acostumbrado.

EUPHORIA |KTH & JJK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora