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—Taehyung vendrá a ayudarte con el equipaje.

El pedazo de sándwich que Jungkook estaba masticando se fue por el lado equivocado, haciéndolo toser desesperadamente en busca de aire.

¿Pero que pensaba Sunhee? ¿Qué desarmando cajas se volverían amigos?

Si lo único que quería Jungkook era un día para sí mismo y la actitud del día anterior de su lobo le seguía molestando, por lo que le preocupaba que la presencia del alfa lo alterara de más. Además, la idea de alguien desconocido hurgando y metiendo la mano entre sus cosas le ponía los vellos de punta.

—Dile que no—Farfulló Jungkook—No necesito ayuda.

—Vamos, Kookie—Hizo pucheros—Le platiqué a Tae ayer tus problemas con la mudanza y se ofreció a ayudarte.

—No.

—Pueden mejorar su relación.

—No tenemos ninguna relación más que la convivencia de anoche.

—Jungkook—El tono de su hermana se volvió mas rudo, haciendo que el chico la mirara a los ojos.

Y es que era casi imposible decirle que no a aquella mirada.

—Voy a casarme con él.

—¿Y? No es mi culpa que quieras casarte a los veinti...¡Ay!

El chillido de Jungkook se escuchó en toda la casa mientras Sunhee tironeaba de su cabello, como hacía cuando estaban pequeños.

—Estamos enamorados.

—No entiendo que tiene que ver una cosa con la otra—Gimió el chico, sobándose el cuero cabelludo.

—Por favor, haz el intento de mejorar tu comunicación con él, ¿Vale?

—Que molesta eres, solo dile que se vaya antes de las seis que saldré con los chicos.

Sunhee lanzó un pequeño grito victorioso y Jungkook no pudo evitar que su humor se viniera abajo al verla aplaudir.

Porque siempre era así, Sunhee tenía lo que quería sin siquiera esforzarse. Lo que deseaba le parecía caer del cielo y como había sido la hija planeada, sus padres tenían su niñez más que perfecta, todo encajado a la perfección y ella se había acostumbrado a todo aquello, a ser siempre la consentida, brillaba tanto que en ocasiones Jungkook sentía que lo opacaba. Odiaba que esos pensamientos rondaran por su cabeza porque lo hacían sentir terrible, pero ignorarlos era peor y en cualquier momento estallaban, arrasando a Sunhee a su paso que nunca se daba por perdida.

Sus discusiones eran lo que seguía de horrible y aunque ambos intentaran evitarlas, explotar era inevitable: Los gritos hacían temblar las paredes de la casa y más de una ocasión, ambos habían tirado vasos o platos del coraje.

Porque Jungkook era demasiado libre y Sunhee demasiado enjaulada.

Porque veían a Sunhee como la hija perfecta y a Jungkook como el caso perdido.

Porque Jungkook se dejaba llevar por su instinto y Sunhee ni siquiera podía aceptar a su lobo.

Porque eran blanco y negro, negro y blanco.

Ambos eran extremistas y a pesar de ello, coincidían en algo: En no coincidir en nada.

Y la diferencia de edad no ayudaba en nada.

—¿Vas a entrar en celo o por qué esa actitud tan irritante?

—Faltan tres semanas para mi celo—Ladró Jungkook, tallándose fuertemente los ojos para intentar ahuyentar el creciente dolor de cabeza que amenazaba en partirlo.—Solo tengo migraña.

EUPHORIA |KTH & JJK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora