서른 넷

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Jungkook no podía cuidarse sólo.

Era demasiado inocente y confiado de lo que lo rodeaba, y por eso no veía la maldad de las personas.

Ni siquiera cuando lo lastimaban.

Eso lo supo Sunhee cuando cumplió doce, de regreso a su casa y encontrando las ropas de su hermano raídas y manchadas de tierra, junto con un Jungkook rasguñado de las mejillas que no paraba de frotarse los brazos, nervioso y esquivando su mirada.

Sunhee tenía costumbre de molestarse cuando se preocupaba, desde siempre, así que Jungkook se encogió bajo la mirada furiosa de su hermana mayor.

Pero la furia nunca era con él.

—Me caí.

Sunhee tampoco insistió, más tuvo su mirada en el niño durante toda la semana e incluso salió más temprano de su escuela para cruzar por el camino de Jungkook.

No eran más que dos calles de la escuela a casa, en donde Sunhee lo acompañaba todas las mañanas y Jungkook debía esperar a que su hermana saliera afuera de su salón, pero había sido obstinado desde pequeño y nunca pudo quedarse sentado durante tanto tiempo, así que rondaba por la escuela de niños mayores antes de que su hermana llegara por él.

Así que Sunhee terminó encontrando la causa de los silencios de su hermano durante el día y las pesadillas de la noche: Mayores, siempre eran los mayores el problema.

Ella había actuado por instinto al hacerles frente, pero ese día Jungkook lució como hermano cuando uno de los niños de grados mayores se atrevió a jalar el brazo de su hermana.

Jungkook también fue puro instinto cuando se lanzó al contrario, jalando sus cabellos y pegando con tantas fuerzas como podía para que soltara a su hermana, a pesar de haber sido sumiso y callado en los maltratos anteriores.

Por supuesto se llevó un moretón en el ojo, y una reprimenda en casa por dejarse hacer y recurrir a la violencia como solución, más no hubo castigo, sólo aprendizaje.

Sunhee también aprendió que debía andarse con cuidado, porque Jungkook se metería en problemas con tal de defender a alguien y eso, ella tenía que cuidar.

Dar la seguridad por alguien más, raramente sale bien. Para ello hay que ser egoístas, y Sunhee tenía que hacerle ver eso a su hermano, aunque le estuviera agradecida, salió lastimado por creer que podía con alguien que superaba sus límites.

Jungkook no podía cuidarse solo.

Despertó con ese pensamiento rondando por su mente cuando abrió los ojos, sintiéndolos pesados y cansados.

Jungkook no puede cuidarse solo.

Perdió la cuenta de la cantidad de veces que marcó el número, a pesar de escuchar el mismo anuncio una y otra vez después de la segunda llamada y tras haber sido bloqueada tan pronto como intentó comunicarse. Pero seguía intentando.

Tenía qué; si nada malo sucedía, tenía que contestar, ¿No?

No tenía porque haber algo negativo en aquello, así que siguió intentando, una y otra vez hasta que el celular fue arrebatado de sus manos y ojos vidriosos miraron a un recuerdo de su pasado.

—¿Ya tocaste tu límite?

—¿Ya tocaste tu límite?

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EUPHORIA |KTH & JJK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora