Capítulo 92 - Asedio II.

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Dentro de una modesta casa yacían los cadáveres de los padres de una pequeña criatura que alcanzó a vivir tan solo unos meses, la cual estaba siendo devorada por Knightless Armor, quien atacó a la inadvertida familia en medio de la noche y produjo un alboroto que alertó a los vecinos de la comunidad, los que acudieron en ayuda después de oír como se apagaban los desesperados gritos de sus amigos. La casa estaba rodeada por personas, herramientas de campo y antorchas; por su parte, la antigua sombra comía el desgarrado muslo del bebé en completo silencio, mascando concienzudamente los tiernos huesos para digerirlos bien, acudiendo a su mente el arrepentimiento.

¿Está bien lo que acabo de hacer? –se cuestionó Knightless Armor, terminando de engullir los destrozados huesos y carne de la criatura, no dejando rastro alguno de su existencia, a diferencia de sus padres que murieron intentando salvarla—. No, no puedo dudar. No tengo tiempo que perder, no puedo darme el lujo de dejar crecer a estos individuos y esperar a que se hagan más fuertes, tendré que hacerme con toda la energía que pueda rápidamente antes de que todo vuelva a...

Knightless Armor dejó su cavilación, viendo como la luz del fuego de las antorchas de los vecinos entraba por las rendijas de la habitación donde acababa de alimentarse, levantándose para encontrarse con los que pretendían ajusticiarlo. El autoproclamado caballero salió de la habitación caminando lentamente con su yelmo bajo el brazo derecho, siendo atacado de inmediato con un azadón en la cabeza, hundiéndose este en su cráneo sin oposición por parte de la sombra.

Nada de esto importa... –murmuró Knightless Armor, mientras la sangre emanaba de su herida cabeza, siendo atravesada su armadura y su torso por tres horcas que hundieron ferozmente sus dientes en su cuerpo, caminando lenta y firmemente hasta que las herramientas se desclavaron de su cuerpo, abandonando el destruido hogar sin devolver ninguno de los ataques que recibió—. Ustedes tampoco importan...

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Estoy segura, es Blaze. Desde que ella me salvó, comencé a sentir la magia en la gente, es la misma energía que sentí aquella vez... –escuchó decir la maga mientras dormía, no reconociendo la voz de la niña que hablaba, pensando que se trataba de un sueño.

No digo que estés mintiendo, pero mírala, es la versión reducida. Creo que te estás equivocando... –escuchó Blaze a un hombre decir, despertándose y levantándose de la cama de inmediato para reclamar.

¡¿Qué?! –gritó Blaze, incorporándose en la cama, siendo apuntada en el cuello por dos filosas y largas lanzas de los guardias que resguardaban la habitación donde la joven maga descansaba.

¡Hasta que despertaste! –exclamó Starmancer, sentado en una silla al lado de la cama donde Blaze había estado durmiendo, siendo resguardado también por los guardias, entrando en la habitación Ephraim y su hija.

¡Blaze! –gritó Ephraima, acercándose a la cama, tomando de las manos a la desconcertada muchacha.

¿Quién eres tú? –preguntó la maga, entrando en la habitación el padre de la niña, hombre al que sí reconoció Blaze—. Ephraim, tanto tiempo...

Ephraima dice que eres la Blaze que la curó tiempo atrás, pero la maga a la que yo recuerdo era una grande y fuerte guerrera, acompañada por su amable y pequeño escudero –dijo el hombre a la maga que seguía siendo apuntada por las lanzas, quien bajó la cabeza con evidente aflicción mientras Starmancer elevaba los hombros y murmuraba que él no era ningún pequeño escudero.

Yo... –dijo Blaze, apretando y recogiendo con ambas manos las sábanas que la cubrían, levantando su mirada con determinación—. Yo soy Blaze, pero no recuerdo haber ayudado a una niña, usted tenía un hijo con su mismo nombre y junto con Albert le ayudamos a sanarse de la enfermedad que lo estaba matando.

Blaze! [Temporada 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora