Capítulo 74 - Repeticiones.

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Gigantes... –dijo Blaze, observando a los dos colosos enfrentarse por horas, abrazándose al perro herido, estremeciéndose los dos por los estruendosos ataques lanzados en la batalla—. ¿Cuál es el maldito punto de pelear como gigantes?, ¿acaso intentan demostrar algo?

Blaze logró bajar de la cima y sobrevivir a aquella noche, caminando de vuelta por las calles de la desocupada ciudad recordada, encontrándose con los primeros madrugadores salientes de sus prestadas viviendas, maldiciendo mientras acariciaba al maltrecho perro.

¡Hey, no te vayas! Bueno, era una herida superficial, más tarde volveré a curártela apropiadamente –dijo Blaze al cachorro que huyó de sus brazos y se fue corriendo por la vía, como si llegara tarde a un importante compromiso.

La hechicera sin poderes sacudió las ropas que Camellie le compró, las que estaban húmedas y enlodadas, preguntándose por qué no se había quedado con su tenida de entrenamiento. La fría noche que pasó en compañía del perro en la cima del monte fue reveladora, presenciando el peligroso y poderoso evento que el día anterior Starmancer le dijo que ocurriría sin falta.

Blaze llegó a su vivienda actual, encontrándose con una escena comprometedora entre el hombre de la guadaña y la muchacha adicta al brebaje oscuro.

¡Perdón! No deseo interrumpir, pero es inevitable ver si lo hacen con la puerta abierta. No se detengan, me voy a acostar –dijo Blaze al ver que Starmancer y Camellie estaban haciéndose cosquillas entre ellos mientras cuchicheaban, deteniéndose de inmediato al ver entrar repentinamente a la joven.

No interrumpes nada, sólo estábamos jugando un poco... –dijo Starmancer, reincorporándose del lado de su "amiga".

Sí, al menos tú si que lo pasaste bien, mira como vienes –dijo Camellie, echándose en la cama con desgano, mirando al cielo de la casa con desmotivación.

Blaze apretó los dientes en dirección a Camellie mientras emitía un sonido que recordaba al gruñido de un cánido, subiendo a su habitación y arrojándose sobre su cama sin importarle el estado de sus ropas nuevas, durmiéndose de inmediato sobre la cómoda colcha.

Durante su larga siesta, Blaze repasó una y otra vez la bestial pelea que presenció detrás del monte, recordando las desconcertantes explosiones capaces de destruir cualquier construcción humana elaborada hasta la fecha, despertándose apresuradamente por un estruendo explotando directamente en sus oídos.

¡Mierda! –dijo Blaze, levantándose de la cama con rapidez, recordando de inmediato al perro, saliendo de la habitación en su búsqueda.

Blaze buscó al dañado cachorro por toda la ciudad sin poder dar con su paradero, demorándose varias horas en revisar cada uno de los lugares en que pensó podría estar, volviendo a casa con un poco de preocupación por el animal.

Tienes que estar bromeando... Pensé que lo de ayer haría que cambiaras tu rutina, pero ahí estás, desocupando tus interiores como todos los días... –dijo Blaze, encontrándose al perro donde siempre, tomándolo después de que terminara de hacer sus necesidades, revisando la herida que los magos le provocaron—. Espera, no tienes nada, ni siquiera una marca del corte, ¿alguien te curó?

La maga miró en todas direcciones sin entender lo que le había pasado al perro y luego le preguntó a los transeúntes de la tarde por si sabían quien lo había curado, pero nadie pudo responder a su pregunta, incrementando su curiosidad. Dejó ir al can, devolviéndose a casa mientras se planteaba varias preguntas en su mente, encontrándose con sus compañeros de vivienda cenando.

¿Ya volviste de buscar? –preguntó Starmancer, bebiendo té y comiéndose un queso envuelto en pan—. ¿Dónde estuviste anoche? Sigues estando sucia de la noche anterior, deberías cambiarte antes de enfermarte...

Blaze! [Temporada 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora