Capítulo 65 - Contrato.

5 1 0
                                    

He revisado toda la casa y no encuentro ninguna habitación escondida –dijo Blaze al nuevo demonio cobrador, toqueteando una pared en caso de que hubiera algún mecanismo que activara la supuesta puerta cerrada de forma mágica—. ¿Seguro que sacaste todos los hechizos que encontraste en la casa? Si no es así, estamos buscando en vano.

Segurísimo –dijo la serpiente, apoyada en los hombros y cuello de Blaze—. Pero no puedo decirte el lugar exacto, no porque no quiera, sino porque apliqué el hechizo liberador en toda la casa después de no poder entrar en el lugar. No iba a ir pieza por pieza rompiendo hechizos...

Tienes razón. ¿Dónde podrá estar? –se preguntó Blaze, arrastrando los dedos en las polvorientas paredes de la casa, manchándoselos de negro—. Pensemos. Ya revisamos todas las habitaciones...

Si fuera un lugar tan importante como para ocultarlo a los demás... ¿Recuerdas si te prohibió alguna vez la entrada a algún lugar de la casa? –preguntó la serpiente, siseando y sacudiendo la cola.

Eso suena correcto, pero nunca me dijo que no me metiera en algún lado, nunca me prohibió tocar nada tampoco –respondió Blaze, rascándose la cabeza, limpiándose los dedos ennegrecidos con saliva, secándoselos en su pantalón.

¿Revisamos todas las puertas? Sí, todas abrieron... Quizá ya revisamos la puerta, pero no lo que se escondía detrás –dijo el demonio, rascándose la cabeza con la cola.

No, todas las puertas estuvieron siempre abiertas, dormí mil veces en todas esas habitaciones, he revisado mil y una veces los muebles... Debe ser otra cosa, lo que esté detrás de esa puerta está escondido por alguna razón –razonó Blaze, rememorando sus vivencias—. No me dejaba tocar su silla preferida, nunca, pero la puerta de esa habitación ya la revisamos.

¿Y revisaste la silla? –preguntó la serpiente.

¿No? No es una puerta –dijo Blaze, yendo hacia la mencionada silla, moviéndola—. Es pesada, pero nada se activa, nada cambia, aunque el piso es de madera...

Blaze movió la silla, arrastrándola por el piso, alejándola del lugar donde siempre había estado, notando una ligera línea que dividía las maderas que conformaban el entablado. Metió una barra de fierro que encontró dentro de uno de los muebles en la delgada separación entre las tablas, levantando una especie de panel, descubriendo una escalera hacia el subsuelo.

Aquí está –dijo Blaze, bajando por la escalera de piedra, devolviéndose para buscar algo con qué iluminar, trayendo una antorcha, poniéndola frente a la demoníaca serpiente para que la flameara y la encendiese.

La luz de la antorcha develó lo contenido en la habitación escondida bajo el piso de la casa, encontrando primero el esqueleto de un centauro, acercándose para observarlo. Algo parecido a un grito los espantó.

¿Qué rayos fue eso? –se preguntó Blaze, mirando en todas direcciones con ansiedad, toqueteando los huesos, todos unidos en sus junturas con una especie de goma blanquecina, manteniendo así la forma del mitológico ser—. ¿Dónde encontró un centauro Echleón?

Blaze tocó los huesos de la espalda humana del centauro, continuando con las vértebras de la espalda equina, hallando algo raro al revisar más acuciosamente, notando la gran diferencia de tamaño entre estos, mirando luego a la serpiente.

Los huesos son de dos seres distintos. Hay dos vertebras unidas en la división de la espalda, la superior es más pequeña que la inferior, la fusionaron de alguna forma –determinó Blaze, comentándole a la serpiente—. Esto no es un centauro, ¿qué es lo que acabo de encontrar?

Ya sabes lo que tienes que hacer para obtener más respuestas –respondió la serpiente, ocultando la información referente al esqueleto encontrado—. ¿Aceptas el trato?

Blaze! [Temporada 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora