Capítulo 110 - Los corazones y sus deseos.

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Fue bueno mientras... duró... –dijo una alcoholizada Hänä frente a la entrada de la morada del nuevo rey del reino de Baal, moviendo ambas manos como si acariciara un orbe invisible, formándose una esfera líquida flotante entre estas, sacando con esto todo el alcohol que su cuerpo contenía y aún no había procesado, derramándolo en el piso sin siquiera molestarse, mirando hacia arriba a su amiga Blaze—. Por eso no me junto mucho contigo, no eres buena influencia.

¡Bue...! –dijo Blaze, cruzándose de brazos, percibiendo el fuerte olor del alcohol concentrado derramado en el piso, lamentándose por el derroche—. Sí, puede que tengas un poco de razón.

Hänä utilizó un hechizo que aumentaba su fuerza muscular por un corto periodo de tiempo, consumiendo el poco alcohol que aún quedaba en su sistema, quedando completamente liberada de su tóxico influjo, invocando luego un largo y blanco vestido hecho de cristales de agua, preparándose para presentarse al "dueño" del reino.

Deberías mejorar un poco tu apariencia antes de entrar –dijo Hänä a Blaze—. Vas a estar frente a "dos" monarcas.

Blaze miró a Starmancer, levantando ambos sus hombros en señal de poco interés ante la situación, caminando todos detrás de Hänä y Claire, quienes lideraban al grupo en cuanto a quien iba caminando primero.

El grupo entró en el gran salón del castillo, encontrándose con el rey sentado en su trono, estando de pie al lado suyo un hombre cubierto de pies a cabeza con un largo traje con capucha, todo de color morado, presentando en su pecho un círculo de invocación de color dorado, rodeado de palabras y símbolos que solo algunos podían leer y entender. A ambos costados del rey, dividido en dos hileras de tres sillas por cada lado, estaban sentados los magos más fuertes del reino, bendecidos todos por el gran poder del rey.

¿Y quiénes son estos? –preguntó Blaze a Claire, murmurando, recibiendo una cándida mirada de desconocimiento de parte de las ondinas, siendo mirada de reojo con enojo por Hänä ante la irrespetuosa pregunta de su amiga.

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Yamm, ¿lo encontraste? –dijo Baal a su hermano, revisando por todos lados en la inmensa oscuridad del universo, tanteando en búsqueda de Anelisth, un pobre malnacido que tuvo la mala suerte de toparse con el corrupto dueto.

No, no puedo hallarlo, ¿estás seguro de que llevaba algo de valor? –preguntó Yamm, moviendo con sus enormes manos, que para ellos eran completamente normales, materia sin acabar y sin forma, como si fuera neblina espesa que los rodeara.

Claro que sí, lo sentí perfectamente, deberías estar más atento a tu entorno –respondió Baal, buscando en otro lugar, comenzando a susurrar—. Ahora cállate, que se va a escapar y no podremos quitarle nada.

Anelisth escuchaba las palabras de ambos hermanos, temblando de miedo ante la idea de perder lo que tanto le había costado recolectar: un montón de probabilidades aleatorias, prístinas, con el potencial de lograr lo que se quisiera. Era una carga muy importante como para perderla, aún más difícil de utilizar. No tenía el conocimiento, creatividad o habilidad como para ocuparla en su favor, algo que le ayudara a sortear el desafortunado camino por el cual había decidido recorrer para transportar su preciado cargamento.

Repentinamente, un haz de luz lejana llegó al lugar en el que los hermanos buscaban a quien deseaban atracar, algo que nunca habían visto, experimentando por primera vez la deslumbrante naturaleza de la recién formada luminosidad.

¿Qué es esto? –se preguntó Baal, no contando con las capacidades físicas para interpretar la luz, pero si notando algo distinto que lo cubría e iluminaba en toda la extensión de su cuerpo.

Blaze! [Temporada 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora