Capítulo 64 -​ Introspección.

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La puerta no se cerró detrás de ella, rebotando en el marco, quedando entreabierta; esto no le importó mucho a Blaze, ya tenía lo que quería para ayudar a su jefe. La ropa que encontró no la usaba hace muchos años, oliendo a vieja y húmeda, debiendo haberla guardado mojada en su mohoso estante.

Creo que tendré que remojar esto –dijo Blaze, oliendo el cuello de la blanca camisa sin mangas que utilizaba debajo de una pechera de cuero café, la que estaba adornada con una cruz invertida del mismo material pegada sobre su pecho y abdomen, con unas pequeñas hombreras redondeadas sobresaliendo sobre sus hombros. Su pantalón era de tela verde olivo oscuro, cubriéndole por sobre las rodillas, algo más que su antiguo pantalón corto de cuero.

Hojeó el libro buscando la receta de la poción para aliviar los dolores de la gota mientras caminaba, no conociendo exactamente los vegetales necesarios para prepararla; afortunadamente, Echleón era un ávido dibujante, acompañando sus textos con ilustraciones detalladas de los ingredientes e instrumentos a utilizar. Recolectó todo lo necesario y se presentó frente a Alfred, adueñándose de la cocina para preparar el brebaje.

¡Hey, recuerdo esa ropa! –exclamó Alfred al ver a Blaze, recordando ver a la muchacha en su juventud vestida de tal manera—. ¡Lograste entrar a la casa!

Sí, y te traje lo que prometí. Realmente no me costó encontrar nada, está lleno de las plantas necesarias en las cercanías del pueblo –respondió Blaze, apoyando el libro en la mesa de la cocina, haciendo espacio para los vegetales—. Ahora tengo que cocinarlos, no sirven de nada por sí solos.

La cuchilla cortó, separó, liberó los jugos, semillas e interiores necesarios para la pócima desinflamatoria y destructora de los cristales que aquejaban las articulaciones de Alfred. Puso todo en una gran olla de arcilla, vertiendo agua hasta la mitad de la cacerola, debiendo reducir el líquido hasta la quinta parte, revolviendo la mezcla para que los vegetales no se quemaran en el fondo del recipiente.

Después de un buen rato cocinando con las llamas avivadas al máximo, finalmente terminó la poción, sirviendo un poco en una jarra de madera, ya que el metal destruía las propiedades curativas de la mezcla y otro tipo de material se calentaría demasiado como para cogerlo apropiadamente.

Espera a que se enfríe un poco –dijo Blaze, poniendo el vaso frente a Alfred, sentándose al lado de él—. Sopla.

Gracias, Blaze –agradeció Alfred, soplando el líquido caliente, sorbiendo un poco—. Pensé que iba a saber peor.

Espera... –dijo Blaze, extendiendo su mano frente a la cara de Alfred mientras leía el libro, quien sintió el verdadero sabor en el fondo de su garganta, ajándose su rostro—. Ya te lo tragaste, no puedes hacer nada. Debes tomarlo tres veces al día y... algo más dice acá... ¡Ah! Debes dejar de consumir tanta carne o los síntomas volverán.

¡Qué asco! No siento que nada haya cambiado, aún me duele... –reclamó Alfred, escupiendo al piso, alejando la jarra.

Primero, no voy a limpiar eso; segundo, es una medicina, no magia, debes beberla varias veces para que haga efecto –enumeró Blaze, tomando el paño de limpieza, comenzando a trabajar.

No, no hagas eso, ve y tómate el resto del día libre, mañana puedes volver –dijo el jefe, sorbiendo otro poco del brebaje, esperando a que el asqueroso sabor lo atacara de nuevo—. Además, deberías lavar eso, huele asqueroso.

Ya me di cuenta, lo llevo puesto encima –respondió Blaze, con voz de estar aguantando la respiración—. Recuerda, tres veces al día, consume poca carne. Cuando se acabe lo de la olla te prepararé más.

Blaze abandonó el Trapped Boot. Estaba inesperadamente libre, con muchas horas disponibles y ningún panorama en su mente. Dejó el libro de recetas en la casa de sus padres y se fue a la orilla del lago, lavando su camisa en varias ocasiones, activándose su mente debido a la mecánica tarea que estaba realizando.

Blaze! [Temporada 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora