Capítulo 113 - ¿Albert?

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Sakina continuaba desbordando su poder, quemando cada vez más cosas a su alrededor, percatándose de que se encontraba completamente desnuda, no reconociendo su cuerpo adulto, tocándose por todas partes, comparándose con Blaze y sus ropajes, para luego comenzar a recrearlos mágicamente sobre su piel descubierta.

Ni siquiera yo sé hacer eso... –dijo Blaze, mirando como la cría se vestía literalmente por arte de magia, quien sonreía felizmente ante el innato logro obtenido, mientras que la hechicera era alejada por un vendaval de aire seco y caliente.

La niña notó también que su cabello no se parecía al de la maga, comenzando a caerse el exceso capilar, consumiéndose de inmediato por el calor que emanaba de la criatura. Sakina utilizó sus manos para levantar su pelo para imitar el estilo de Blaze, logrando igualar en algo el peinado.

¡Hey, las ropas estuvieron bien, pero eso ya es pasarse! –exclamó Blaze, parándose firme sobre el piso para soportar los embates del huracán de viento que la estaba empujando lejos de Sakina—. Creo que no queda de otra...

Blaze activó su modo salamandra, cambiando su forma tersa y juvenil a una rocosa, ígnea y candente, afirmándose con sus patas inferiores animalescas al suelo, enterrando la punta de su cola como si de un ancla cayendo del cielo se tratara.

¡Bien! Con esto no me volveré ceniza y podré analizar la situación –dijo la maga, mirando como la circunferencia del incendio que rodeaba a Sakina se hacía cada vez más grande, comenzando a quemarse casas cercanas al castillo del reino de Baal.

Sakina se espantó al ver el cambio de Blaze, tocándose y mirando su propio cuerpo esperando no haber cambiado de la misma forma, pensando que en realidad la maga era un monstruo disfrazado de mujer, sollozando de susto e incrementando su poder nuevamente, lo que ya hacía que su mágica presencia se sintiera en todo el reino. Los magos del rey Baal también lo sintieron, presentándose ante su monarca con evidente preocupación, ofreciendo su poder para ir a detener lo que estuviera pasando afuera de los muros del castillo.

No se preocupen –dijo el rey Baal, mirando a través de todo, como si estuviera frente a la niña de poderes descontrolados—. Veamos como lo maneja la hechicera de fuego.

¡Poison Purge! –exclamó Blaze, intentando sacar el trozo de DSH del interior de Sakina, asomándose la roca desde el pecho de la muchacha, presionando con fuerza desde el interior, causándole un inmenso dolor a la niña, haciendo que esta se presionara el pecho con ambas manos, doblegándose por el dolor—. No, maldición, debo detenerme...

En respuesta al dolor, el poder de Sakina volvió a incrementarse, quemando algunas casas habitadas, con todos sus habitantes en el interior, calcinándolos de inmediato. Repentinamente, un grueso muro de agua cubrió el circular incendio que rodeaba a la cría, apagando de inmediato las llamas. Los padres de la niña quedaron detrás de la muralla hídrica, inquietos por no saber que ocurría con su amada hija.

¡¿Por qué estás estúpidamente de pie sin hacer nada, Ileana?! –exclamó Hänä, llegando a salvar en parte la situación—. ¡Supongo que ese es tu 'modo salamandra'!

¡Es una niña, no puedo simplemente acabar con ella, déjame pensar qué hacer! –respondió Blaze de forma escueta y fuerte, con el viento en contra, desconcertando a Hänä y dejándola sin palabras, quien se limitó solo a mantener el muro de agua extraída de un río cercano para evitar que el incendio se volviera a encender, evaporándose parte de la pared por la intensa temperatura del huracanado aire que circulaba en el interior de la estructura creada por la hechicera de agua—. Creo que tendré que sellarla para detenerla, moverla de lugar y ver que hacer para poder quitarle el trozo de DSH...

Lejos de ese lugar, en la casa de Ariadne, Albert se encontraba como siempre recostado en su cama, descansando plácidamente. El cuerpo del muchacho dejó su reposado estado, tensándose de repente, abriéndose inesperadamente sus ojos hasta su máxima apertura, sin parpadear ni una sola vez, con una mirada de alerta extrema, incorporándose de su cama como si de un muerto viviente se tratara, hasta quedar sentado sobre esta, dirigiendo sus ojos a la muchacha que estaba acostada en la cama de al lado de la suya, espantándola.

Blaze! [Temporada 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora