[ P a s o ] t r e i n t a y c u a t r o

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Diez años después.

—Vamos Jin-Jin son siete cuarenta, llegaremos muy tarde.

—Mamáaaaa.—la pequeña alargó la última vocal mientras se aferraba a sus sábanas, sin embargo, la mayor de un tirón logró quitar la capa suave de tela con estampados de pandas que el tío Jimin le obsequió en su cumpleaños número cinco, y de la cual se negaba a dejar de usar. Amaba su mantita como ninguna otra cosa en el mundo, por supuesto después de sus padres, quienes lideraban la lista, seguida de sus tíos Jimin y Yoongi, ah sin olvidar al secretario Lee.

—¿Por qué a papá si lo dejas que duerma más tiempo? Te recuerdo que soy una niña que necesita dormir sus ocho horas.—la pequeña todavía en medio de la cama reclamaba a la madre con la esperanza de que fuese más accesible, pero imposible que la dama le diese esa libertad, porque su retoño tenía que aprender acatar las normas del hogar.

—Jin-Jin anoche dijiste que ya eras una niña grande y que por lo tanto te levantarías.—la voz de la dama comenzaba a parecer más aguda, y pequeñas gotas de agua se escondieron en las orbes avellanas.

La menor bufó molesta, y se arrastró sobre la cama luego de ver que a su progenitora se le llenaban de agua los ojos. Aquí vamos de nuevo.

—No sé quien de las dos es la verdadera hija aquí.—dijo la niña, mientras rodeaba el cuello de su madre aprovechando que se encontraba arriba de la cama y con la facilidad de alcanzarla.—Prometo que hoy me duermo temprano.

—Jin-Jin te he dicho que no hagas llorar a mamá.—una figura masculina se instauró en el umbral de la puerta recargando su cabeza sobre el filo de la entrada, con las manos dentro de sus pantalones admirando la escena. Vistiendo una camisa azul con los primeros dos botones desabrochados y unos pantalones negros a juego con la aparente formal manera de vestir y que al mismo tiempo casual para el presidente del hospital y fundación más importante de Corea en estos tiempos, pero tampoco guardaría las formalidades como lo hacía todos los días, mucho menos cuando en algunas horas asistiría al inicio de ciclo escolar en el colegio de la pequeña donde sería su primer año, y que por obvias razones a la menor se le olvidó.

—Pero papá...yo simplemente tengo sueño.—ahora se apartó de la madre para encarar a su progenitor que la miraba con curiosidad.

—¿Jin-Jin acaso olvidaste que día es hoy?

La niña miró asustada a su madre y ésta le asintió dándole la razón al masculino.

—Mamá dime que no es cierto.

—Jin-Jin que ganaríamos tu papá y yo con mentirte.

—¿Las vacaciones acabaron?

Los padres asintieron con una risilla ladina.

—¡Nooooooo!—gritó la niña mirando al techo mientras se desplomaba otra vez en la suave cama de la que no quería salir.

Los padres de la menor se echaron a reír por las actitudes que esa pequeña poseía, y para Seokjin le era imposible no pensar en su esposa, definitivamente Kim Soojin adoptó todas las formas de la madre, era como su pequeña réplica.

—Seokjin mira lo que provocas, idea tuya fue que nos entretuvieramos todas las noches con esa serie.—Roomi golpeó ligeramente el pecho del hombre.

—¿Qué no estabas llorando?—inquirió el hombre fingiendo indignación por el golpe que le propició, aunque en realidad, ese duro pecho era incapaz de sentir dolor.

—Déjame tonto, hoy amanecí sensible, no todos los días mi hija tiene su primer día en el colegio.—lo observó filosa y realizando un pequeño puchero, mismo que provocó el embobamiento del masculino, o más bien de ambos, quienes se dedicaban sonrisas cómplices como dos jovencitos enamorados, donde nadie era capaz de entrar en esa pequeña burbujita de amor creada de repente.

 K I N T S U K U R O I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora