Seokjin.
—Necesito a Park y a Min en mi oficina dentro de diez minutos.—llegué como alma que lleva el diablo a mi oficina donde mi secretaria se encargaba de atender todas las llamadas que saturaban nuestras líneas entre reporteros y conocidos por indagar sobre los negocios de mi familia.
A simple vista la mujer lucía fastidiada, lo supuse cuando bufó luego de mi encomienda, pero la entendía, y no creo que desee estar bajo mi pellejo.
Así que de un impulso caminé hasta el cableado del telefono, y lo desconecté generando una impresión en dicha mujer, la cual tragó fuertemente saliva, porque yo, Kim Seokjin, había llegado a su límite.
—¿Cuál de los dos señores Park?—me di cuenta de que su labio temblaba a la par de su voz la cual fue demasiada baja, temiendo por mi reacción o que yo pensara que fuese una pregunta muy obvia.
Por primera vez en mi vida fui testigo de como una persona se sintiera abrumada por mi presencia, regularmente era un tipo tranquilo que mantenía las formas y no tan fácil perdía los estribos, solía ser muy calculador antes de actuar, porque odiaba las actitudes arrebatadoras o temperamentales, pero desde que esos dos hombres regresaron me he comportado contraríamente, temiendo por caer en las provocaciones y actuar de una manera que pueda arrepentirme después.
—Jimin.
Fue lo último que dije antes de azotar la puerta y caminar sobre mi estancia de trabajo diario.
Como pude me quité el saco, arremangando las mangas de mi camisa y deshaciendo el nudo de la corbata mientras mis manos temblaban de una manera desconocida, sinónimo de esos nervios que me tenían podrido desde que amaneció.
Observé desde mi ventana los alrededores colindantes con el hospital, algo inusual porque nunca pierdo el tiempo husmeando el exterior, pero esta vez necesitaba llenar mi mente con otra cosa que me permitiera relajarme, sin embargo, nada lo conseguía y comenzaba a formular la idea en mi cabeza de regresar a casa y decirle a mi esposa que liberemos tensiones, pero caería en lo absurdo luego de no tener ni una hora fuera de mi hogar.
Como si fuese una conexión telepática mi nuevo móvil comenzó a emitir el sonido propio de una llamada. Así que lo saqué del bolsillo de mis pantalones leyendo en el identificador que se trataba de Roomi.
Rápidamente contesté sin quitar mi atención al ventanal.
—Cariño qué pasa.—inquirí.
—O vienes a casa o yo voy a ese jodido hospital.
—¿Qué? Roomi qué pasa ¿Estás bien? Me estás asustando.
Podía escuchar su respiración agitada y la frustración en su voz, imaginando lo que estaba a punto de decir.
—Dijiste que acabas de comprar un nuevo escritorio ¿no es así?
—Sí...p-pero.—
—Perfecto cariño vamos a usarlo como se debe.—Rápidamente la llamada se cortó y una ligera señal en mi entrepierna me decía con urgencia que saliera a buscar a mi mujer.
Sin embargo, la puerta se abrió de golpe apareciendo Jimin y Yoongi tanteando con cautela el escenario.
—¿Cómo te encuentras?
Los miré incrédulos ante la pregunta, sé que no tenían malas intenciones y que de alguna u otra forma se preocupaban por mi, y sobre todo por Roomi, porque los tres aquí sabemos perfectamente que a pesar de lucir como una mujer fuerte, nada de eso la salvaba de posicionarse en un camino sin salida.
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K I N T S U K U R O I
FanfictionJeon Roomi, tal vez, con dos veces la victoria no está asegurada. ¿Por qué no lo intentas una tercera? quizá él sea aquel alfarero que pueda unir todas las piezas rotas que te conforman.