[ P a s o ] cuarenta y dos

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Roomi.

El olor a café impregnó mis fosas nasales, era exquisito para un curioso día de invierno. Uno de esos días donde el sol se perdió en verano, y la fuerte ventisca de aire golpeaba mi rostro, un momento que disfrutaba por la calma que dejaba sobre mi nervioso ser.

Entré a la cafetería al mismo tiempo en que la campana emitía el aviso de que un nuevo cliente llegaba, y pude sentir la mirada de los empleados en la espera de que fuese hasta la barra a ordenar, sin embargo, me desvié del camino yendo hasta una de las mesas del fondo donde Taehyung esperaba impaciente, era fácil deducir por el fastidio y rigidez de sus expresiones.

Al notar mi presencia se dedicó a trazar mi camino con la profundidad de esas orbes negras, fue un lapso incómodo para mi estar bajo la lupa de esa persona que significó tanto en el pasado, y que a pesar del desenlace de nuestros destinos, ambos terminando con diferentes personas, ese pequeño nos unía, pero trataba de sacarme ese recuerdo, porque hacerlo es aferrarse al pasado, y a él.

—¿Una cafetería, eh?—dije con la intención de evitar algún tipo de saludos de bienvenida, porque ciertamente no estábamos en posición de hacerlo.—Odias el café.

—Es correcto, mi querida Roomi. Pero una cafetería es más convencional, ya sabes por si tienes el nervio de que Seokjin piense mal, después de todo lo comprendo, su relación comenzó de un engaño.

—No vengo a discutir sobre eventos pasados, si estoy aquí es para proteger a mi familia Taehyung, así que ahórrate las quejas, suficiente tuve de los insultos que dijiste hace diez años.

Taehyung se rascó su barbilla como si estuviese interesado por lo que sea que nos llevará este encuentro.

Él seguía siendo arrogante, y tal parece que sólo escaló un nuevo nivel, como si hubiese nacido para acorralar a las personas con esa cínica forma de ser.

—¿No le da vergüenza a Seokjin mandar a su esposa para arreglar el asuntito ese de la asociación? Es curioso Roo, hace unos días leía algunas notas periodísticas y en todas lo describían como un hombre trabajador y comprometido, mira que si me daba la espina de hombre de casa, pero...tú estando aquí, me demuestra lo contrario. ¿Es el hombre ideal para ti?—preguntó usando un tono seductor, con esa profunda voz que lo distinguía del resto, y juraría que me estaba coqueteando, de eso no tengo duda, sin embargo, opté por fingir no darme cuenta de ello.

—Sí estoy aquí es por voluntad propia, Seokjin y yo tomamos la decisión correcta, sólo he venido para advertirte una sola cosa.

Taehyung se mostró curioso, y sorprendido, quizá esperando otro resultado de nuestro encuentro, porque la seguridad que demostró desde el inicio fue perdiendo fuerza.

—Te daremos lo que quieres, la silla de Seokjin, el setenta por ciento de las acciones del hospital y demás, pero quiero que te mantengas al margen de nosotros, porque al final de cuentas seremos socios, pero ese es el límite, así que te prohíbo inmiscuirte en asuntos que tengan por nombre familia Kim, mi familia con Seokjin.

Taehyung enarcó una ceja al mismo tiempo que pasaba su lengua sobre las paredes internas de su boca, así como su mándibula se tensaba conforme mis palabras salían sin temor alguno, porque él definitivamente no esperaba aquello, y cualquiera de las expectativas que tenía en mente fueron pisoteadas por mi.

—¿Qué tan segura estás de ello Roomi? Tus afirmaciones fueron demasiadas peligrosas, y me temo que estoy en todo mi derecho de actuar como quiera, así como "inmiscuirme"—con sus largos dedos hizo un ademán entre comillas.—Porque me debes tantas malditas explicaciones Jeon Roomi.

—Y yo te he dicho que no me apetece involucrarme otra vez contigo que no sean negocios. No hay nada por explicar Taehyung, hace diez años me dejaste claro no querer saber nada de mi, así como te negaste a escucharme.

—¿Entonces vas a privarme de saber siquiera dónde está enterrado mi hijo?

Si actualmente estaba en la cima de la emociones, como esa mujer que no se dejaba derrotar estaba equivocada, porque Kim Taehyung se encargó de regresarme a tocar tierra firme, y recordarme que no fuese tan rápido, porque también es un hijo de puta.

—¿Quién te ha dicho?

—¿Eso importa? Por Dios Jeon, hasta cuando dejarás de evadir la realidad, y actuar como si todo estuviese bien.

》Quien me haya dicho es lo de menos, pero hasta cuando tenías planeado decirme y por qué demonios nunca me dijiste en Italia que esperabas un hijo mío.
Si quiera sabes lo mierda que me siento, y mucho peor me sentí cuando te vi feliz con esa niña y Seokjin, como si lo que pasó no te afectase en nada.

—Cómo diablos te encanta suponer, simplemente no tienes derecho a sacar conclusiones de un evento que no viviste.

》Créeme que en un lecho de rosas no estuve, perdí todo Kim Taehyung, a mis padres, a mi hermano, y a un bebé. Que morir hubiese sido la mejor opción, pero sé que no, porque pude liberarme y conocer el amor, un amor diferente a los demás, donde un gran hombre e hija me hacen felices.

—¡Cállate¡ ¡Sólo cállate!—Taehyung gritó golpeando la mesa ocasionando que el estruendoso ruido reclamara la atención de otros clientes y yo diera un leve brinco desde mi asiento.—Voy a perdonarte, juro que olvidaré toda la mierda que pasó, y le regresaré a Seokjin su puesto.

Abrí los ojos sorprendida por el repentino cambio de decisión que Taehyung tomó, así que sonreí satisfecha comenzando agradecer, sin embargo, él negó repetidas veces.

—¿En serio creíste que te dejaría ir tan fácil Jeon Roomi?

—¿De qué hablas?

—Nada es gratis, es más, ni siquiera había terminado.

—¿Qué quieres? Debí suponer desde un principio que amable no eres, y que no das pasos en vano.


—A ti.






Ambos quedamos en completo silencio.



Taehyung lucía sereno, diciendo aquello con total facilidad.







—Divórciate de Seokjin.




—Tu hija y él pueden vivir muy bien sin ti Roomi, y para que eso pase, estoy dispuesto a declinar con la asociación.


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