[ P a s o ] u n o

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—¡Roomi nueve el trasero carajo!—el hermano mayor de los mellizos, exasperante gritó desde las escaleras con la esperanza de que algún día su hermana menor por minutos, fuera más responsable.

Pero qué iba hacer Jungkook, cuando toda la vida ha lidiado con la conducta despreocupada de Roomi.
Desde el jardín de infantes éste chico no ha hecho otra cosa más que cuidar de su pequeña melliza la cual constantemente tenía uno que otro problema donde él se vería involucrado.

—¡Espera, no encuentro mi bata!—una voz apenas audible por la lejanía se escuchó.

Jungkook golpeó el barandal de las escaleras mientras frotaba el canal de su nariz.
Cada año era lo mismo. Al inicio del ciclo escolar siempre tenía la desdicha de llegar retrasado únicamente porque a Roomi se le apetecía posponer las alarmas. Y hoy no fue la excepción; su primer día en la facultad de medicina se iría por el caño una vez más.

—Hijo.—la madre de los mellizos se acercó al mayor con un bulto algo grande.—Por lo visto Roomi de nueva cuenta despertó tarde.—movió la cabeza en negación.

—Lo que a mi faltó de paciencia a ella le sale sobrando la impuntualidad. ¿Es qué a caso nunca podré llegar a tiempo?—tomó el bulto de la mujer.—Gracias por el desayuno mamá.

—Es para los dos, en vista de que ella no desayunará.

—Lo siento madre pero si hoy me quedo fuera de la primera clase, Roomi se quedará sin su ración de comida.—tanto madre como hijo comenzaron a reír.

—Sólo sé paciente con ella, ¿de acuerdo?—de su mandil sacó unas llaves las cuales depositó en las manos de su hijo mayor.—Usen mi camioneta.

Jungkook miró aquel acto como si no lo pudiera creer.—P-pero...mamá, esa camioneta es tuya y aparte fue un regalo de papá por el día de las madres.

—Nunca dije que era tuya.—palmeó la cabeza del chico.—Usen la mientras Roomi siga teniendo problemas con el tiempo, después me la regresas.—guiñó el ojo en complicidad.—Además, mis futuros doctores necesitan sentirse como verdaderos universitarios.

La señora Jeon era una mujer muy tranquila a comparación de su esposo quien tenía la personalidad muy chispeante justo como la de Roomi.
Todos decían que Jungkook era idéntico a su madre por el simple hecho de ser un chico tranquilo, serio y responsable.
Por otra parte, Roomi era más como el señor Jeon; un hombre amable, pero quien no podía pasar ni dos segundos callado porque simplemente lo suyo era crear conversaciones con gente desconocida.

—Ya estoy aquí.—una acelerada Roomi bajó las escaleras para ser abordada por su madre.

—Toma tus vitaminas antes de ir.—Roomi rápidamente abrió la boca para que su pro creadora le depositara la pastilla. Hecho esto, Jungkook salió disparado y detrás de él, su hermana.

—¡Roomi!—gritó la señora Jeon.—No tomaste agua.

La chica se volteó y negó.

—Por Jesús Jeon Roomi, cuándo dejarás ese hábito de no tomar agua mientras consumes pastillas.

—Silencio.

Jungkook volteó amenazante.—Sube al auto y deja de perder el tiempo que llevamos media hora de retraso.

—Como diga jefe.—balbuceó.—Por cierto, qué hacemos con la camioneta de mamá.—Roomi prendió el radio mientras Jungkook arrancaba.

—Mamá nos la prestó.—se detuvo para reformular mejor.—Bueno, me la prestó a mi, ya que tú no sabes manejar.

La menor rodó los ojos por el ácido humor del mellizo.—Entonces, tendrás que darme el aventón todos los días.—su rostro de satisfacción era notorio pues Jeon Roomi había nacido para joderle la vida a Jeon Jungkook.

 K I N T S U K U R O I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora