CAPÍTULO 7

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Deseo. 

Al parecer tenemos al objetivo.

—Ida Wagner, un gusto—le extendí la mano y beso el dorso de ella caballerosamente.

—El gusto es mío—responde dejando mi mano libre para posar sus intensos zafiros en mi—. He escuchado muchas cosas buenas de usted, y con eso ya me tenía impresionado. Pero ahora que la veo lo estoy el doble.

Coqueto, interesante.

—Jarek Ackermann—se presentó otro tipo de cabellera rubia y ojos azules, quien indudablemente era un Ackermann, era el mismísimo clon de Ilya.

—Ida Wagner, un placer.

—El placer es mío—dijo imitando el mismo acto de su hermano al besar el dorso de mi mano.

Todos los hombres que se encontraban en la mesa se presentaron continuamente para así dar por sabido que los reyes del clan Ackermann se llamaban: Ilya, Jarek, Eydan y Sashel Ackermann.

—Todos quedamos impresionados al ver esa maravillosa actuación en la pista de baile, parecían bailarines perfectamente sincronizado, ¿acaso practican? —inquirió Eydan Ackermann posando sus intensos ojos azules en mi.

—Oh, de hecho que no— responde Massimo altivo aclarándose la garganta—. Mi esposa y yo tenemos una perfecta sincronía en todo lo que hacemos, y para que negar que el baile se nos da muy bien—alardeo el italiano tomando mi mano sobre la mesa.

—Lo he notado, lo que han hecho en la pista fue malditamente alucinante—soltó Ilya mirándome fijamente—. Déjame decirte Ida, que eres la mujer más sexy que he visto bailar después de mucho tiempo.

¿A caso estaba coqueteándome?

¡Joder! Las miradas de los reyes del clan estaban fijas en nosotros, analizándonos descaradamente. Por lo que se Ida y Luther no habían conocido a los Ackermann en persona hasta el momento, simplemente hacían los encargos que se les designaba, por lo tanto. Los alemanes estaban demasiado interesados en lo que vendríamos a decir.

—Gracias, supongo—respondí desviando la mirada.

Ferrara carraspeo y frunció el ceño indicando su disgusto ante las palabras del alemán.

—No sabes lo cuan afortunado me siento Ilya, tengo a la esposa más jodidamente ardiente y hermosa que hay. Nunca me canso de decírselo—soltó junto con una sonrisa cargada de arrogancia mientras depositaba un beso en mi cuello.

¿Intentaba provocarme?

Desde luego.

Jodido italiano.

Quien iba a creer que Massimo iba a resultar ser un buen actor, se veía jodidamente sexy imponiendo posesividad. Ilya Ackermann observo a Ferrara con recelo hasta que uno de sus hermanos interrumpió su pequeño duelo de miradas.

—Así que, ¿se unirán a la subasta? —inquirió Jarek fijando su mirada en Ferrara quien seguía demasiado ocupado escrutando a el mayor de los Ackermann con la mirada.

—Aun no lo sabemos, si hay algo que nos interesa nos uniremos. Y si no, no. ¿No es así, cielo? —el italiano fijo su mirada en mi esperando una respuesta coherente de mi parte.

—Así es, ya veremos si nos apetece algo.

A mí me apetecería tirarme a algún alemán candente, para saciar lo ardiente que me dejo el maldito italiano provocador.

—O alguien—añadió el menor de los Ackermann, Sashel con una mirada cargada de malicia y una sonrisa maquiavélica.

Era el único de los hermanos que no portaba ojos celestes, el portaba unos brillantes y maliciosos ojos esmeralda.

Al límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora