CAPÍTULO 49

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Discordia

Massimo.

El palacete en Kamez abarcaba el triple de terreno que del de Frankfurt, al igual que tenían el triple de hombres custodiando el terreno. El helicóptero aterriza en el helipuerto del palacete, y al instante dos hombres se presentan del lado de mi puerta abriéndola.

—Señor—sueltan bajando la cabeza en señal de respeto.

No dudo un segundo más y bajo de helicóptero de un salto, dirigiéndome hacia Niklaus.

—Sígueme, Luther—suelta el rubio y camina hacia quien sabe dónde, camino tras suyo y no pasa un segundo para que los guardias que estaban aguardando por nosotros en el helipuerto se unan a la caminata.

¿A caso no sabía defenderse por sí mismo?

Joder.

Seguimos caminando hasta llegar a las compuertas de un ascensor, las cuales se abren al instante en el que Niklaus pulsa el botón.

El rubio se adentra a este y yo lo sigo, a lo que uno de sus guardias hace el amague de querer acompañarnos y Niklaus sacude la cabeza en señal de negación, a lo que el hombre asiente, retirándose y las puertas del ascensor se cierran.

—No creo que sus hombres quieran dejarlo solo por ningún segundo—hablo escaneando con la mirada el opulento ascensor que tenía grabado en oro el símbolo del clan, un león.

Ridículo.

—Para eso disponen de un pago, pero confieso que no soy fan de tener un pelotón custodiándome, pero ante los constantes sucesos ocurridos, cualquiera puede convertirse en enemigo en cuestión de segundos, por lo que debo aumentar la seguridad quiera o no.

Las puertas garabateadas en oro del elevador se abren y salimos de este. Llegando hasta un opulento recibidor.

—Lo comprendo, el enemigo puede presentarse en cualquier ocasión y pasar desapercibido—respondo caminando al lado del alemán, mientras me acomodo la corbata.

—Así es, y aún más con los sube y bajas recientes.

—¿A qué se refiere con sube y baja, Niklaus?

—Usted lo sabe más que nadie Luther, trabaja codo a codo con Ilya, y se nota que ha depositado su confianza tanto en usted como en su esposa—expresa tomando asiento, para con la mano invitarme a que lo imite.

—Desde luego que Ilya nos tiene en consideración para muchas cosas, pero eso no significa que estemos al tanto de todo lo que pase en el clan. No puedo comparar mi jerarquía con la de usted, por lo que es obvio que usted está mejor informado de todo lo que sucede.

El rubio arquea una ceja y pulsa el timbre dorado que se encuentra al borde de la mesa de mimbre que se ubica al costado de su sillón.

—Aunque no lo crea, Luther. Ilya ha estado haciendo demasiadas cosas a nuestras espaldas, y ha estado ocultándonos la verdadera situación del clan. Nadie a parte de él mismo y sus hermanos sabe todo lo que estuvo tras el último tiroteo en el palacete de Frankfurt—suspira—. Las sospechas de su enredo con los Petrov se hizo eco ante el consejo y toda la sociedad, luego de la aparición repentina de Silas Petrov en la reunión general.

Abro la boca para responder, pero el que una mujer vestida de mucama se acerque hace que me detenga.

—¿Que le puedo ofrecer, señor? —inquiere la mujer, a lo que el rubio no puede evitar sonreír de una manera asquerosamente degenerada ante la pelirroja que se encontraba atendiéndonos.

Hijo de puta.

—Whiskey doble para mí, y para el señor igual—responde y gira la cabeza para buscar mi opinión a lo que yo asiento en su dirección.

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⏰ Última actualización: May 21 ⏰

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