CAPÍTULO 12

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Equipo. 

 —Quiero la dirección de los depósitos. Los lugares en donde llevaban a las personas, quiero las rutas exactas, nada de juegos—interrogué fijando mi mirada en el alemán.

—Primero necesito la prueba de que mi familia ya está rumbo al aeropuerto—demandó escupiendo la sangre que brotaba de su boca a causa del diente que le había quitado a la fuerza.

Fije la mirada en la herida de bala que el italiano le había hecho y solo esperaba que Borgov no se desmayara en medio del interrogatorio por la cantidad de sangre que estaba perdiendo.

—Bien Borgov, tu familia no estará rumbo al aeropuerto hasta que no nos digas toda la verdad. Uno de mis empleados ya se encuentra en tu casa protegiendo a tu esposa—manifestó el italiano.

—Quiero escucharlos.

Ferrara saco su móvil y comenzó a llamar a su ¨empleado¨

—Quiero que me pases a la esposa—soltó con voz gélida. Puso el celular en alta voz para que una rasposa voz femenina resonara por la sala.

—¿Hola, ¿sí?

—Cariño, soy yo Anil. ¿Estás bien? —habló el alemán mientras lagrimas se deslizaban por su rostro.

—Sí, este señor me dijo que tú lo mandaste, para que me llevara al aeropuerto y así salir del país. ¿Es cierto? —preguntó con un leve tono de confusión.

—Sí, es cierto. Debes desaparecer con los niños, te mandaran a otro país lejos de aquí para que comiences una nueva vida con nuestros hijos. Hazlo, vete con ellos.

—¿Sin ti?

—Así es, tengo muchos problemas y los pongo en riesgo. Hagan una nueva y feliz vida sin mí, algún día nos volveremos a ver. Utiliza la otra identidad que tienes, al igual que lo niños. Pon los a salvo por mí.

—¿Que? ¿Por qué nos dejaras? ¡Dime! —la voz quebrada de la esposa de Borgov resonó por toda la sala.

—Están en peligro, no pueden estar conmigo. Deben irse o si no morirán, hazme caso Monik, váyanse y no regresen nunca más a Alemania. No me busques ni intentes contactarte conmigo, haz como si estuviera muerto, te amo a ti y a nuestros hijos, siempre lo haré. Recuérdales que su padre siempre los amo y los seguirá amando, sean felices y no lloren por mí. Te amo Monik—declaró Anil con la voz rota, llena de sufrimiento y tristeza.

Lucia lastimado y triste, pero es lo que se gana por entrar a este tipo de organizaciones. Nunca sales ileso.

—Bien, es suficiente—interrumpió Massimo—. Pásame con él—ordenó.

—Espera mi llamado para proceder—dijo lo último y colgó—. Ya te has asegurado de todo, ahora responde

—B-bien, hay muchos depósitos. Yo no he ido a todos, los principales están en Berlín y Múnich. Uno tiene la fachada de un supermercado, se encuentra sobre las calles principales de Múnich, detrás de la plaza gregoriana, luego hay otro en Rostock está en un recinto entre los suburbios. Hay otro punto en Hamburgo, pero ya no recuerdo la dirección. Hay demasiados depósitos, n-no puedo recordar todos.

—¡Pues haz el jodido esfuerzo! —exclamó el italiano frustrado.

—También almacenan personas en contenedores. Pero es por poco tiempo, ya luego las venden para poder traer más mercancía.

—¿También operan en otros países? —interrogué.

—Están asociados con la mafia belga.

Al límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora