Familia.
Italia, Milán.
Massimo.
Bajo del jet seguido del hombre que trae consigo la maleta que improvise a última hora, camino hasta la camioneta blindada que me recibe, dejando que el hombre acomode mi equipaje para arrancar hacia el hospital en donde se encuentra mi hermano menor.
Una llamada me alerta y conecto mi teléfono por el alta voz de la camioneta. La voz de Bernard resuena en todo el vehiculo haciendo que ponga atención en lo que está apunto de decirme.
—Sigue en Milán, señor. Se hospeda en el four seasons, habitación 345.
—Bien, manda a los hombres de Marcelo. Quiero que lo atrapen y lo lleven al depósito de Lambrate—ordeno mientras pongo toda mi atención a la carretera, en donde esquivo los coches que me impiden el paso acelerando al máximo.
—Como diga, señor—al escuchar lo último finalizo la llamada y derrapo hacia la derecha recibiendo muchos bocinazos que ignoro al ingresar al aparcamiento del hospital.
Me enfundo mi arma para tomar mi saco y bajar de la camioneta, sintiendo el frio de Milán. Apuro el paso hacia la entrada del hospital y me dirijo hacia el elevador, saco mi teléfono y llamo a mi madre.
—Mio caro—saluda y escucho el agotamiento en su voz
—¿En qué piso esta? —inquiero al adentrarme al ascensor que está ocupado por una mujer rubia que me repasa con la mirada de arriba abajo descaradamente, y no sé si lo hace por lo apuesto que me veo o por lo echo mierda que debo estar.
—¿Has venido?
—Numero.
—Piso nueve, sala diez.
—Te veo allá—digo lo último y finalizo la llamada, para pulsar el botón correspondiente.
Segundos después la puerta del cacharro se abre y salgo de este apurando el paso hacia la sala en donde se encuentra el menor de los Ferrara. A lo lejos visualizo a Natalie junto a Lorenzo y Niccolo.
Camino hacia ellos y Natalie se percata de mi presencia lanzándose a mis brazos. La envuelvo con estos y deposito un beso en su frente.
—¡Mio caro!—exclama y el deje de cansancio en su voz se hace notable, pero eso no evita que me reciba alegre, como siempre.
—Mamma—levanta la mirada y sus ojos miel reflejan que ha estado llorando. Se separa de mí y me dirijo a saludar a mi padre, quien me recibe dándome un leve abrazo y un fuerte apretón de manos que hace que reprima un gruñido adolorido ya que la mano que acaba de apretar como si no hubiera mañana era la que estaba lastimada, joder.
—Luces como la mierda—suelta Lorenzo Ferrara repasándome con la mirada.
—Puedo decir lo mismo de ti—le respondo de la misma manera haciendo que frunza el ceño.
Niccolo solo asiente con la cabeza en modo de saludo y yo imito su acción para dirigirme a mi padre.
—¿Qué fue lo que ha pasado? —interrogo.
—Lo atacaron cuando iba saliendo de la universidad, recibió dos impactos de bala, uno en el pulmón izquierdo que casi le llega al corazón y otro en el brazo. Ha sido uno de tus enemigos, el menor de los Andersen, ya mandé a mis hombres para que lo localicen.
—Yo me encargare de él, ya lo he localizado—declaro mirando fijamente a mi padre, quien asiente con incredulidad pasmada en sus facciones.
—Bien sabes que no puedes ensuciarte las manos por una rata como esa, ¿no Massimo? No hagas tonterías de las que después puedas arrepentirte, te podría costar tu rango en la GIA—advierte Lorenzo y yo intento con todas mis fuerzas no rodar los ojos, pero no lo logro, y lo hago ganándome una mirada de desaprobación de su parte.
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Al límite
AkcjaTasha Black sepulta el pasado convirtiéndose en una de las mejores agentes de la GIA, siendo reconocida mundialmente por sus múltiples logros y hazañas, encabezando así la sede central de la agencia. Hasta la llegada de Massimo Ferrara, su nuevo co...