CAPÍTULO 34

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Fantasías.

Ingreso a la sala y visualizo a un hombre de cabello blanco que lucía como la mierda, y que no se parecía en nada al diputado.

—Ida y Luther Wagner, ya sospechaba que eran traidores, pero no creí que fueran unas ratas de alcantarilla—suelta el alemán levantando su mirada hacia donde me encuentro. Me observaba con odio y desprecio, su rostro estaba magullado y ligeramente golpeado, no me cabe duda de que el italiano hizo de las suyas con él.

—Más rata serás tú, aparte de mediocre, corrupto—contraataco y me acerco hacia donde se encuentra.

El alemán tiene una mano esposada contra una barra de metal que yace sobre la mesa de acero que se encuentra en el medio de la sala.

—No te me acerques, perra—farfulla en alemán y me contengo para no pegarle un puñetazo que le eche los dientes.

Hijo de puta.

—Cierra esa puta boca, Bergmann, Si estás aquí, es porque nosotros queremos, si no fuera por eso ya estarías en una prisión flotante en quién sabe dónde, siendo torturado hasta morir—espeta el italiano mirándolo como si estuviera a punto de ahorcarlo. Su mandíbula estaba tensa y tenía los dientes apretados.

Y aun así se veía tan ardiente, joder.

—Si quieren sacarme información están en el lugar equivocado, yo no voy a decirles nada, así que será mejor que no pierdan su tiempo intentando torturarme con sus técnicas anticuadas, porque no conseguirán nada—advierte sonando prepotente, creyendo que los abe todo, pero lo que no sabe es que las técnicas que el italiano y yo son todas menos que anticuadas.

—Queremos negociar, Bergmann. Un negocio que te beneficiara más a ti que a mí, puedo asegurártelo; pero no te lo volveré a ofrecer dos veces, puedes decidir escuchar la propuesta o simplemente aceptar tu destino en alguna prisión clandestina de pacotilla—habla Massimo.

—Di lo que ofrecen.

—Protección total, reducción de condena y prisión domiciliaria en el país que elijas. Protegeremos a tu familia, y si todo va bien podremos incluirlos en el trato y ofrecerles un cambio de identidad para que vivan juntos. Pero todo eso si nos das la información requerida, si no cumples con tu parte el trato queda anulado y vuelves a tu condición inicial—explico y al finalizar desvío la mirada hacia mi compañero, quien asiente ligeramente.

Antes de ingresar a la sala hemos estado hablando sobre la negociación y nos ha parecido mejor darle un trato millonario, algo que no podría rechazar jamás, ya que si rechazaba esto estaría destinado a vivir en el mismísimo infierno.

Para ofrecer alguna negociación generalmente se debía mandar una solicitud al director para que lo apruebe, pero en estos momentos no contábamos con el tiempo suficiente como para hacer los trámites, y si no lo hacíamos ya sería dificultoso conseguir que aprueben a la propuesta, aunque lo dudo mucho. El dinero que se tendría que utilizar es bastante alto, así que con el italiano hemos quedado en pagar lo que la GIA no pueda costear juntos, ya que si lográbamos esta misión con éxito subiríamos de rango.

El rostro del alemán se contorsiono en una mueca de sorpresa, y puedo jurar que está dudando.

—No acepto su propuesta—suelta el alemán decidido, y no puedo estar más asombrada, ¿Qué plan de respaldo tendría? Porque no creo que exista ningún loco que sea capaz de rechazar semejante propuesta.

—¿No piensas en los tuyos, acaso? —sondea Ferrara—. ¿Quieres que tus hijos se queden sin madre y que sean dirigidos a una casa hogar clandestina hasta que alguien se digne a buscarlos?

Al límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora