Conexiones.
—Mierda, ¿estás muy seguro Thatch? —inquirí.
—Desde luego, he descubierto demasiadas cosas, algunas están conectadas.
—¿Conectadas? ¿De qué demonios estás hablando Thatcher?, voy para allá.
—No Tasha, no puedes venir en ese estado, ve y tomate un descanso, mañana te informare de todo, esto no es urgente.
—Me importa una mierda Thatcher, iré para allá.
—Tasha no deber...
Tarde.
Colgué la llamada y vi que Connor ya había llegado. Camine hacia donde se encontraba el vehículo para subir el este.
—Tasha—saludó, cuando a duras penas subí al carro.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado.
—Llévame a mi departamento—pedí cortante mientras me acomodaba en el asiento.
—Bien.
—¿Podrás esperarme para luego llevarme a la central?
—Tasha, no creo que debas ir. No te ves bien—manifestó preocupado.
Y estaba muy segura de que me veía como la mierda, pero no puedo simplemente dejar toda la carga sobre mi equipo, ellos necesitan mi ayuda más que nunca ahora.
—Lo sé Connor, pero es algo importante.
—Como quieras.
Luego de unos minutos de viaje llegamos frente a mi departamento, pero caí en cuenta de que mis llaves estaban en mi bolso junto con mi teléfono, el cual había dejado en el auto de Ferrara.
Me lleva el maldito diablo.
—¿Y bien? —inquirió al verme dubitativa pensando en cómo mierda voy a entrar a mi piso.
—Deje mis llaves en el carro de un compañero, ¿tienes tu teléfono?
—Si
—Préstamelo —pedí.
—Claro—dijo alcanzándomelo ya desbloqueado.
Rápidamente marque el numero central de la GIA, para pedir el número del italiano, es obvio que no me sé de memoria el número de Ferrara, así que averiguare.
Luego de unos pitidos una suave voz femenina contestó.
—Identifíquese.
—Soy la agente al mando Tasha Black, necesito que me comunique con el agente Massimo Ferrara—ordené.
—Agente Black, él no se encuentra en la oficina.
—Dícteme su número personal—pedí tajante.
—Eso es confidencial, no puedo dárselo.
—Si te digo que me des el maldito numero me lo das, ¿o quieres terminar sin trabajo? —solté enfurecida, ya me estaba quedando sin paciencia alguna.
—B-bien—tartamudeo mientras comenzaba a dictar el número.
Rápidamente lo memoricé y luego colgué.
Marque el número que me dio la inútil de la recepcionista y lo llame.
—¿Alo? —respondió el italiano.
—Ferrara, soy Tasha.
—Tasha, ¿qué sucede?
—Sucede que me dejé el bolso en tu carro en el cual se encuentra mi teléfono y las llaves de mi casa—expliqué.

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Al límite
AcciónTasha Black sepulta el pasado convirtiéndose en una de las mejores agentes de la GIA, siendo reconocida mundialmente por sus múltiples logros y hazañas, encabezando así la sede central de la agencia. Hasta la llegada de Massimo Ferrara, su nuevo co...