CAPÍTULO 14

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Susto.

Después de aproximadamente quince minutos de viaje Connor aparco en el estacionamiento del hospital. Rápidamente baje del auto para trotar con desespero hacia la entrada del complejo. Al ingresar me acerque a la recepción para preguntar en que piso la estaban interviniendo. La recepcionista me dio el número de piso y apure el paso hacia el elevador para subir hasta el piso que le asignaron. Al salir de este, repase con la mirada la sala para toparme con mi hermana menor sentada en uno de los asientos de la sala de espera con la cabeza gacha.

Acelere el paso, hasta llegar frente a mi hermana que rápidamente noto mi presencia y salto a mis brazos con lágrimas en los ojos.

—Oh Tasha, has venido. Tengo tanto miedo—dijo entre sollozos mientras se aferraba a mí como un koala.

—Tranquila cariño, todo estará bien. Ya estoy aquí—dije besando su cabeza, ella se separó levemente de mi para secarse las lágrimas y mirarme fijamente a los ojos. Sus parpados estaban hinchados y unas oscuras ojeras yacían en el contorno de sus ojos—. Ahora dime, ¿hace cuánto tiempo entro a quirófano? —indagué.

—Justo cuando te he llamado, hace nueve horas aproximadamente—respondió acomodándose el cabello.

Me encontraba un tanto mareada por la diferencia horaria entre Berlín y New York. Ya que la diferencia era de seis horas, y a veces me costaba acostumbrarme. Ya eran las una de la madrugada y nadie daba noticias de Rose, por lo que ya mi hermana comenzaba a desesperarse. Alisha no podía dejar de morderse las uñas y de mover los pies, tenía una ansiedad terrible, tanto que le he ofrecido una pastilla con tranquilizante, pero lo ha rechazado.

—¿Y papá donde esta? —inquirí sacando mi móvil de mi bolso para revisar el registro de llamadas. Quedando asombrada en el acto por no tener ninguna llamada perdida de Ferrara, cosa que es un tanto rara, pero no estoy aquí para pensar en el idiota de Ferrara así que ignoro las ideas que pasan por mi mente.

—Está en la casa, estuvo aquí hace rato. Pero decidió ir a descansar—expresó mientras se pasaba una mano por el cabello demostrando lo nerviosa que estaba. Y yo no podía juzgarla porque me encontraba de la misma manera. Ansiosa, nerviosa y llena de pánico.

Ya han pasado una hora desde que llegue y nadie salía de la sala a darnos noticia alguna, mis nervios comenzaban a brotar el doble y las lágrimas salían desenfrenadas de mis ojos. Tenía un enorme nudo en la garganta y el miedo ya estaba instalado en cada entraña de mi ser.

La puerta del quirófano se abrió abruptamente con Cedric saliendo de la sala, lucia cansado, pero no puedo negar que los años le sentaron de maravilla. Obviando mis pensamientos me levante del asiento junto con Alisha para caminar hacia a él.

—Cedric—solté en modo de saludo sin poder evitar repasarlo con la mirada. Joder, como había cambiado.

—Tasha—respondió de la misma manera asintiendo con la cabeza para mirarme fijamente a los ojos. Su penetrante mirada hizo que me descolocara por unos minutos para luego lograr enfocarme en lo importante.

—¿Que sucede? ¿Cómo esta ella? —inquirí intentando no sonar desesperada.

—Tasha, ella...

Joder no.

No otra vez.

—¿Que ella qué? —volví a preguntar estando al borde del colapso, rezando para que no me diga lo que estoy presintiendo, rogando por no pasar lo que hizo que una parte de mi muriera años atrás.

—La operación finalizo y ella se desestabilizo, su corazón dejo de latir. Pero...

—¡No! —el berrido de mi hermana lo interrumpió.

Al límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora