CAPÍTULO 38

140 10 3
                                        

Chispa. 

Meera Ivanov.

—Tu iras con Dagger, junto a otros esfuerzos—delega Schneider, a lo que siento la intensa mirada de castaño sobre mí, pero me dedico a ignorarlo y a mantenerme en posición neutral.

Estar cerca de Jack a cada segundo era como una tortura, después del beso ¨erróneo¨ que nos dimos hace una semana, luego de emborracharnos con Ava y Said en un bar.

Los recuerdos llegaban a mi mente como rayos, haciendo que no puede evitar rememorar cada segundo de ese maldito beso.

Flashback.

La música estridente resonaba en mis oídos y no podía evitar moverme contra Dagger, no se si eran las cinco copas de bloody mery o las secretas ganas que le tenía al castaño, pero todo me estaba jugando en contra.

Las manos que tenía posadas en mis caderas no eran más que un incite para que pierda el control y me lance a besarlo. Desde que nos habíamos conocido siempre existió una conexión entre nosotros, los coqueteos de su parte nunca faltaron, y me prometí a mí misma no caer por un tipo como el, aunque sea uno de los hombres más divertidos, pero a la vez rudos que he conocido.

Su físico era bastante atractivo, y no negaría tal cosa, Jack era un hombre muy atractivo, divertido y coqueto, pero su mala fama de ligón lo precedía y ya podía darme cuenta de porqué.

Nadie sería capaz de resistírsele a semejante hombre.

Sus manos tomaron fuerza sobre mí, haciéndome girar, para quedar cara a cara, sus ojos mieles me miraban directamente a los ojos, y podía distinguir una pequeña chispa picara en sus orbes.

La música se degrado hasta llegar a una más lenta, y sensual, no pude evitar moverme ante el ritmo, contoneando mis caderas con sensualidad y rozando mis muslos con los suyos. El me seguía el paso, y no puedo obviar de que él es un excelente bailarín, solo le costó unos segundos adaptarse al ritmo y a mí.

Seguimos bailando, lentamente, pegados en uno contra el otro, cada vez más cerca y cada vez más perdidos en el otro.

Su mirada estaba conectada con la mía, y sus facciones reflejaban picardía. La música finalizo y fue cuando eso que pude percatarme de que estábamos más cerca el uno del otro de lo debido, que sus manos subieron hasta mi cintura y que me tenía retenida contra su pecho, sus labios estaban a pequeños centímetros de los míos, y el que estuviera ebria no ayudaba para nada a mi autocontrol.

Se relamió los labios y yo no podía estar más ida, maldita sea.

Su cabeza iba acercándose lentamente, y pude sentir como estaba a punto de cagarla, pero no podía hacer nada para detenerlo, mi cuerpo no reaccionaba, estaba demasiado hipnotizada con el rubio como para dejarme ir.

—¿Q-qué haces? —susurré titubeante.

—Voy a besarte, Meera—advierte, pero es una advertencia tardía, porque antes de que pueda responderle o decir algo al respecto, ya había estampado sus labios con los míos, tomando mi boca con ferocidad y necesidad, como si lo estuviera anhelado por demasiado tiempo, y yo no pude evitar corresponder. Mis labios se movían al compás de los suyos como si tuvieran mente propia, y por más de que intentaba ordenarle a mi cerebro que me diera la fuerza para separarme de él, nada funcionaba.

Devoraba mi boca con premura, como si estuviera por acabarse el mundo y esta era su última oportunidad, su lengua bailoteaba con la mía, y mi cuerpo estaba como una antorcha, su piel ardía contra la mía, y la mía ardía contra la suya.

Al límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora