Al límite

CAPÍTULO 15

Impulso.

—¿Estás seguro de que él estaba dentro? —inquirí dudosa.

—Me han informado de ello ahora, su auto está en el subsuelo; por lo tanto, él si estaba dentro. Ahora estoy en camino.

—Bien, voy para allá—dije lo último y finalicé la llamada.

Espero que el maldito italiano se encuentre bien, porque si no es así lo revivo y lo mato de nuevo.

—¿Qué sucede? —inquiere Thatcher al ver la mueca de preocupación que se instalaba en mi rostro.

—Es Ferrara, se ha detonado una bomba en su piso y al parecer él está dentro. Ahora iré para allá—dije lo último y salí de la sala a paso rápido para bajar hacia el primer piso y salir a trote hacia mi vehículo.

Me adentré a este y salí del complejo acelerando como alma que lleva el diablo. Lo ridículo es que no se en dónde queda su departamento. Rápidamente llame a mi padre para que me diera la dirección y poder dirigirme hacia el complejo.

Minutos de manejo después llegue al lugar, había carros de bomberos y de la policía frente al edificio. Aparque mi vehículo y baje rápidamente, la típica cinta amarilla obstruía mi paso. Le mostré mi placa a el policía y me dejo pasar. Mi padre estaba parado hablando con algunos custodios, al fijar su vista en mi dejo de hablar con ellos para acercarse a mí. Su rostro manifestaba preocupación y tristeza.

—¿Dónde está el? —interrogué esperanzada de que el jodido italiano ya haya salido del edificio.

—Tasha, el aun no ha salido.

¿Qué coño?

Imposible.

—Eso es imposible, Ferrara no es un inútil. No puede ser...

—Los bomberos han entrado hace veinte minutos y aun no hay reportes. No lo encuentran, tal vez el...—titubea haciendo que me imagine lo peor.

Joder, no.

—No, no digas esas tonterías papá. Massimo no puede...

La angustia se instala en mi pecho y un sentimiento de tristeza me invade al pensar que podría haber perdido a mi molesto compañero. Demonios, eso no pasara.

Un policía se nos acerca interrumpiendo a mi padre que había abierto la boca para responderme.

—¿Son familiares del dueño del piso? —interroga el hombre enarcando una ceja dudoso sin dejar de repasarnos con la mirada.

—Si—respondo firme—. ¿Lo han encontrado?

—Han encontrado un cuerpo entre los escombros, no sabemos su identidad. Pero podría ser el dueño del piso, es un cadáver masculino—informa haciendo que el alma se me caiga a los pies.

Escaneo con la mirada el predio y puedo visualizar a dos hombres con trajes de bomberos saliendo del edificio transportando una camilla con un cuerpo inerte cubierto con una manta blanca.

Joder, esto no puede estar pasando. Ese no puede ser, él.

El idiota de Massimo no puede morir de una manera tan estúpida. Hasta que no vea el jodido resultado de identidad no voy a creer tal cosa.

—Gracias, manténganos al tanto de cualquier otro detalle—manifiesta mi padre con el rostro descompuesto.

—Bien—el hombre dice lo último y se larga dejándonos solos. Visualizo a lo lejos a Thatcher y Sam bajando de una camioneta para caminar hacia donde nos encontramos. Paso las manos por mi rostro desesperada con la mirada fija en la puerta, con una pisca de esperanza de que el italiano salga por esa puerta colgado a los brazos de algún bombero haciendo que las sospechas de que ese cuerpo inerte sea suyo desaparezcan.