Reto.
Tasha.
Bajamos de yate de los Ackermann tomados de la mano con sonrisas de triunfo plasmadas en nuestros rostros. Teníamos todos los rostros de los socios de el clan, o sea que casi todos, ya que falto el hijo de perra de Adler Weber a quien estaría encantada de asesinar frente a todos sus compinches. Es el hijo de puta que casi hace que me quede sin mi pierna derecha en el atentado que orquestó en Bremen, Alemania hace seis años contra un viejo clan, el cual se cayó a pedazos cuando la GIA arresto a todos los miembros de este. La operación fue encabezada por Adelaide Smith la agente al mando del equipo Alpha, en ese entonces uno de los mejores equipos de la central, el cual yo integraba. Mientras intentaba arrestar a uno de los súbditos de Weber este apareció en mi campo de vista y logro atestarme dos balas en la pierna derecha. Gracias a la rápida actuación de mis compañeros puedo seguir caminando, tuve que utilizar la maldita férula por meses y me sometí a muchas sesiones de fisioterapia.
El muy arrastrado logro escapar antes de que los agentes de la GIA pudieran arrestarlo, por lo tanto, para mí sería un total gusto atestarle varias balas en las dos piernas y luego entregarlo a la justicia. Juro que lograre mi cometido, luego de acabar con los Ackermann me encargare personalmente de hacer que su vida en la cárcel clandestina en donde se le recluirá sea un maldito infierno.
—Sube—soltó Ferrara abriéndome la puerta de uno de los vehículos blindados de los Ackermann que iba acercarnos hasta el hotel.
Me adentre a el vehiculo dejando que el cerrara la puerta para rodear el vehiculo y subir a este. Luego de unos minutos de viaje llegamos a el hotel, bajamos nuestras maletas del vehiculo y nos adentramos a este. Caminamos hasta la puerta de nuestra habitación para ingresar a esta y soltar las maletas en la entrada.
—Lo tenemos Ferrara, ¡tenemos todos los jodidos rostros de los socios de él clan! —festeje lanzándome a la enorme cama matrimonial que yacía en medio de la habitación—. Voy a hacer que Ilya Ackermann se arrastre en el suelo de una cárcel clandestina rogando para que lo maten—hablé sonriendo perversamente, muy dispuesta a cumplir mi cometido.
—Estas muy feliz, ¿no? —inquirió el italiano mientras revisaba que todas sus pertenencias siguieran en la maleta que habíamos dejado aquí.
—Lo estoy, hemos dado un paso muy grande en la investigación. Y quiero celebrarlo—solté decidida, quería tomarme unas merecidas copas, lo necesitaba.
Me lo he ganado.
—¿Y cómo piensas celebrarlo? —interrogó Massimo acercándose peligrosamente hacia donde me encontraba. Se ubicó al pie de la cama, escrutándome su intensa mirada verdosa que era capaz de ponerme como un tren.
Joder.
Cada vez que el italiano me observaba de esa forma cada bello de mi cuerpo se crispaba, y me aumentaba el ritmo cardiaco hasta mas no poder.
Estaba perdida.
—Con unas copas—respondí inocente, levantándome de la cama para acercarme a él lenta y peligrosamente.
—Puedes tomar todo el alcohol que quieras en mi jet, debemos partir hacia Berlín dentro de un rato—manifestó negándome toda la diversión.
—¿Sabes qué hora son, Ferrara? Son las ocho, podemos disfrutar un poco más del lugar y partir hacia Berlin más tarde, o inclusive mañana. ¿Qué podemos hacer llegando a las once de la noche allí?
—Avanzar con la investigación, por ejemplo. Ya te dije que si quieres puedes festejar en mi jet—formuló con su típica mueca de europeo amargado.
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Al límite
AcciónTasha Black sepulta el pasado convirtiéndose en una de las mejores agentes de la GIA, siendo reconocida mundialmente por sus múltiples logros y hazañas, encabezando así la sede central de la agencia. Hasta la llegada de Massimo Ferrara, su nuevo co...