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La brisa que desprendía el mar a las once de la noche era fresca y el ambiente sumamente relajante.

A tales horas casi no había ni un alma en la playa, pero las calles estaban más despiertas que nunca, la gente de esa ciudad amaba los viernes.

Ambos ex amantes caminaron por cinco minutos hasta llegar a la hermosa orilla del mar, donde la única luz provenía de unas farolas cerca de la arena.

Dejaron sus zapatos donde las olas no los alcanzaran, y doblaron sus pantalones hasta la rodilla para poder sentarse en la orilla, donde el agua lograba bañar sus pies.

—Es una playa muy bonita.—Soltó Jungkook, echando su cabeza hacia atrás, disfrutando del rico aire que corría en su dirección.

Al lado estaba Jimin, en la misma posición.— Es más linda a eso de las siete de la noche, cuando el se oculta, pero también a las siete de la mañana que es cuando sale el sol.— Le contó Jimin.

—Ya habrá tiempo para presenciarlo.

Se sumieron en un silencio, no era incómodo pero aún así el ambiente se sentía vacío a pesar de la preciosidad de paisaje del cual eran parte.

Ambos sabían que estaban volviendo a empezar de la peor manera. Pues aún habían muchas heridas que no habían sido cerradas de la debida manera, más bien parecían haber sido forzadas a cerrarse.

Una ola arrastró unas conchitas de mar, que Jimin tomó en sus manos bajo la atenta mirada del peli morado, y como si sus mentes fueran una, ambos recordaron aquel día en la playa de Busan, hace años.

Aquel día que había sido una montaña rusa de sentimientos, pues pasaron de sentirlo todo y estar en la cima de la felicidad a caer demasiado precipitado.

Aun que claro, ninguno podía tener idea que el otro estaba recordando lo mismo.

Fue el pesado suspiro de Jimin que interrumpió el silencio.

—¿Aquí si te puedes desahogar?— Animó Jungkook.

Jimin rió secamente.— ¿Realmente me vas a escuchar hablar de lo horrible que ha sido mi vida? Siento que no merezco esa atención de tu parte.

El peli morado lo miró confundido.— Mira Jimin, si bien no te guardo rencor, no olvido las cosas. Pero sé que eres un buen chico, que quizás llevas cargando mucho peso solo y no te vendría mal sacarlo. Si tu necesitas desahogarte yo te voy a escuchar.

El peli rosa lo miró fijamente.— Eres demasiado. — Dijo abriendo una cerveza para Jungkook y otra para él, entregándosela.

Aquella sonrisa ladina por parte de Jimin causó algo en el interior del peli morado que no le gustó para nada.

¿Por qué reaccionaba de esa manera hacia Jimin? Se supone que debería de haber nada más que indiferencia, pasó muchos años bien e ignorando lo ocurrido, ¿por qué justo ahora?

—Yo siempre creí que los matrimonios arreglados por conveniencia solamente sucedían en esos dramas que mi madre solía ver, hasta que me pasó.— Comenzó a contar, acaparando la atención de Jungkook.— Un día simplemente me presentaron a una chica, diciéndome que ella sería mi futura esposa porque era conveniente, casándome en poco tiempo y siendo obligados a tener un hijo en los primeros meses de matrimonio.

Jungkook estaba confundido, podía descifrar que Jimin se estaba conteniendo gracias a su expresión.

—Por eso digo que Elizabeth es como mi rayito de luz en todo esto, realmente yo no quería ser padre... no en esas circunstancias, pero la vi y era una criatura sin idea del mundo, yo no podía dejarla sola, es algo inexplicable y simplemente la amé desde el primer momento. Su madre no, en cambio entró en una especie de depresión post parto y no quería verla cerca. Prácticamente yo la crié solo con la ayuda de mi mamá y Rosé, hubiera querido que las cosas fueran distintas, pero a mi hija no la cambiaría por nada en el mundo.

SNS II: Life Goes On||  KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora