Bajo esta blanca luna.

Mil mañanas.

Capítulo 25. - Mil mañanas.

El frío de la noche hirió su espalda. El cuerpo tibio debajo del suyo tembló y Hyun Joong lo cubrió con sus brazos. - Será mejor que entremos a casa. - Susurró.

- Hyun...

- ¿Sí?

- Te amo.

La felicidad vibró en su estómago y le impulsó a hacerle cosquillas con sus labios. La risa de ambos chicos agitó las hojas de los árboles, creó susurros nocturnos a su alrededor, mientras estrellas sonrientes fingían no ver aquél dulce cuadro.

Se vistieron entre miradas escurridizas, entre sonrisas tímidas y entraron. La noche avanzaba hacia el amanecer y Hyun Joong, pese al sueño, decidió preparar algo tibio para calentar el estómago de Saeng. El té de flores silvestres acarició sus labios y después resolvieron ir a dormir. Se acurrucaron juntos en la pequeña cama repleta de promesas sin voz. La promesa de estar siempre juntos, de que fueran otras mil mañanas las encargadas de descubrirlos abrazados así, como si fuesen uno solo.

La luna rio discreta, con ese humor nocturno, oscuro como las sombras.

Mil mañanas eran mucho, demasiadas para un sólo amor.

**

- ¿Vendrás más tarde?

- Vendré en cuanto pueda escapar de la furia de mis padres. Seguro descubrieron que no llegué a casa.

- ¿Te castigarán?

Con una enorme, brillante sonrisa, Hyun Joong se encogió de hombros - ¿Acaso eso importa?

Un tono rosado cubrió las mejillas de aquél cervatillo. Él también era feliz. Se tomaron las manos y forjaron en su imaginación un futuro, juntos, en una casita en la cima de una colina. Hyun Joong se despidió y bajó silbando la melodía de tardes eternas de sol. Cerca del jardín de hortensias, descubrió al viejo ajhussi del café y el tabaco, y a la buena ajhumma. Corrió a su encuentro para saludarlos, necesitaba sonreír y que alguien con él compartiera esas sonrisas.

- Vaya, Hyun Joong-ah, vienes muy contento hoy. – Saludó a su modo el ajhussi con mirada jovial, traviesa, mientras sus pasos se dirigían lentos al pueblo.

- La luna está muy lejana, y sólo estrellas están ahora en tu cielo, muchacho. – La buena ajhumma, rebuscó en sus bolsillos y le extendió dos manzanas. – Son las mejores de mi huerto. Tómalas. Disfrútalas más tarde.

El viejo tosió un poco, puso atención en las hortensias a su paso, se quedó pensativo y luego preguntó como si fuera cualquier cosa. - La chica del granero es muy bonita, pero ¿es ella la razón de ese brillo en los ojos Hyun Joong-ah? Porque anoche, a su lado, tus pupilas lucían tristes, apagadas.