Bajo esta blanca luna.

Young Saeng, un cervatillo en peligro.

Capítulo 26. – Young Saeng, un cervatillo en peligro.

Por unos segundos, Hyun no reaccionó al momento en que los hombres corrieron detrás de Saeng. El miedo, traidor, inoportuno, clavó sus pies al piso. Lo sacudió la idea del peligro. No entendía exactamente qué sucedía, pero el pánico del chico le hizo entender que el asunto era grave. Corrió detrás de aquellos hombres, rogando porque no encontraran lo que buscaban con tanta avidez.

Young Saeng era ágil. Y estaba acostumbrado a ocultarse. Desapareció entre las sombras y en ese momento ni siquiera Hyun podría decir donde se encontraba escondido. Los hombres desaparecieron por unas calles más adelante y Hyun observó la colina. Estaba seguro que Saeng no regresaría a la casa.

Entonces ¿dónde podría protegerse?

Entre los árboles, entre la hierba, entre las rocas o en algún agujero de la colina que él conociera de antemano. Ya era noche y Hyun no sabía si él mismo podría toparse con su escondite. Y eso angustiaba su corazón.

Regresó sobre sus pasos. Oculto, espió el vehículo de aquellos dos hombres, quiénes regresaron rato después con las manos vacías, hablando y maldiciendo en voz baja.

Al menos, por esa noche, Young Saeng se había librado.

**

La noche la pasó con inquietud. Young Saeng estaría en cualquier sitio de la Colina solo, asustado. En cuanto amaneciera, iría a buscarlo. No importaba si no asistía a clases y recibía todas las reprimendas del mundo.

No encontraron magia y si encontraron de cara al temor.

Hyun Joong sentía tanta impotencia en esos momentos.

En cuanto el sol salió brincó por la ventana y se dirigió a la colina, cuidando de que nadie lo siguiera. Llevó medio día encontrar a Saeng, hecho un ovillo en el hueco de un árbol. – Young Saeng. – Murmuró y el chico levantó los ojos. Los tenía hinchados. Por no haber dormido, por haber llorado. – No tengas miedo, ya estoy aquí.

No sabía si eso podía ayudarle en algo, pero se quedó con él, todo ese rato y el resto de la tarde. Le llevó algunos bocadillos y le prometió que irían al lago en cuanto esos hombres se hubiesen ido. – Seguro se cansan de buscarte, Young Saeng. Y entonces podremos seguir como hasta ahora. Iremos al lago, nadaremos, te conseguiré manzanas y te traeré una comida deliciosa. Tus ojos brillarán y ya no estarán tristes. Te lo prometo, Young Saeng.

Promesas ingenuas desechas después con el viento. La tarde se fue en un suspiro y al anochecer Hyun comprendió que no podía dejar a Young Saeng ahí. – Young Saeng, te llevaré conmigo.

Los ojos del chico se abrieron con temor, negó asustado. – No, Hyun, esos hombres me verán.

- Nos iremos por el otro lado de la fuente, pasaremos por detrás de las casas. Esos hombres no podrán vernos y seguramente, aburridos, se irán de aquí tarde o temprano.