Lo que desgarra la luna.

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Capítulo 14. – Lo que desgarra la luna.



Tarde a tarde, Hyung Joong subía la colina canturreando a media voz, sintiendo la sencilla alegría de ver feliz a Saeng. Corría arrojándose a sus brazos, brindándole besos que sacudían cada poro de su cuerpo. La felicidad parecía en esos momentos algo eterno y concreto, que no podía ser empañado a causa de ninguna nube. Sus dedos jugaban con su cabello que crecía con prisa desmedida, mientras Saeng hacía figuras en su espalda. Sólo una ligera bruma opacaba aquello que podía ser perfecto, y era el humor de Saeng, muchas veces tan cambiante como el aire, o como algún otro elemento del universo. Su alegría, su rabia, su tristeza, parecía moverse a capricho de las fases de la luna. Hyun Joong comenzaba a notarlo. Esa tarde en especial lo halló rumiando en un rincón con ojos brillantes de rabia, y esa era la parte oscura, peligrosa, desconocida, que no podía desentrañar de él.



- Saeng ¿hiciste la tarea?



Para que tuviera en que entretenerse, Hyun Joong le dejaba deberes que Saeng muy cumplidamente realizaba sin quejarse nunca, pero en esa tarde no parecía estar en su mejor momento. - ¿Por qué no te largas?



La dureza en su expresión, en sus palabras, causó enojo en Hyun Joong; por lo regular lo dejaba pasar cuando tenía esa clase de comportamiento, que parecía brotar de la nada, pero esta no era una de esas ocasiones y Hyun Joong se encontraba ya bastante predispuesto debido a un largo sermón que sus padres le habían dadoantes de salir, para que continuara con Ha Neul. – Pues sí, tal vez debería de hacerlo, irme de aquí y no regresar nunca.



Hubo una chispa de sorpresa cruzando fugaz por el semblante del chico, pero fue seguida de inmediato por un gesto lleno de ira. – Es eso lo que quieres ¿no? Largarte y no volver nunca. – Con una agilidad nada común se levantó de golpe, empujándolo con ambas manos. – Pues vete ¡vete! ¡Lárgate y no regreses más!



- Saeng ¿acaso te has vuelto loco?- Preguntó Hyun Joong intentando resistirse.



- ¡Sólo quiero que te vayas de aquí!



- ¡Saeng! – Hyun Joong intentó contenerlo, con tan mala fortuna que Saeng, escurriéndose como si fuera un animal, se libró propinándole un fuerte golpe en la mandíbula, Todo fue cuestión de segundos, antes de pensar en lo que hacía, Hyun Joong regresó el golpe en una forma de acto reflejo. – Saeng... - murmuró asustado cuando vio derrumbarse al chico conteniendo la sangre que fluía sin césar de su nariz. – Yo... - El cuerpo del chico se estremecía por ligeros temblores, tal vez estaba llorando. Hyun trató de tocarlo para tranquilizarlo, pero Saeng, golpeando su mano, echó a correr internándose en la casa.



Hyun Joong intuyó que no era el momento para disculparse. Miró la casa dejando escapar un largo suspiro mientras se acariciaba la parte adolorida de su rostro y dando media vuelta comenzó a bajar por la colina.



*******



A duras penas pudo llegar hasta el sitio donde la trampilla lo esperaba, como la compuerta a ese refugio que servía para protegerlo de sí mismo. Respiraba con dificultad y angustiado sabía lo cerca que había estado de atacar a Hyun Joong con toda esa rabia contenida en largos días. El monstruo que anidaba en él comenzaba a abrirse paso devorando con sus fauces todo lo bueno que Saeng podía tener. La luna no tardaría en llegar pero esta vez lo reclamaba con más fuerza. Su piel escocía y era como si miles de dagas lo hirieran a la vez. Gotitas de sudor, cayendo de su frente, dibujaron puntitos en el suelo. Su respiración se hizo más errática, más convulsiva. La blanca dama del cielo comenzaba a desgarrarlo de cruel forma con sus pálidas manos.



Era una suerte que Hyun Joong se hubiera ido, ojalá estuviera lo suficientemente enojado para no regresar de nuevo. Saeng no tenía la fuerza de voluntad para alejarlo y cada luna llena resultaba más peligroso estar cerca de él. Arrastrándose, bajó por la trampilla. El último tramo de la escalera lo libró rodando. Podía herirse el cuerpo de forma mortal y estaba seguro, no lo sentiría. Sus entrañas explotaban y el dolor, ese dolor, era insoportable.



No sin dificultad pudo encadenarse. Se tumbó sobre el suelo apenas consciente de las lágrimas que se deslizaban con desconsuelo a través de las líneas infantiles de su rostro.



**********


Faltaba poco para llegar al pie de la colina, y aún le ardía la cara de vergüenza por su actitud violenta contra Saeng. Toda esa situación no debió haber pasado. No debió desquitarse con él en primer lugar. Debió escucharlo y comprenderlo y tal vez ahora Saeng estuviera contento y no con la nariz rota y sollozando solo en un rincón. La culpa hizo un embrollo con el estómago de Hyun. Había sido tan tonto. Saeng no era responsable de su falta de valor para enfrentarse a sus padres.



¿Qué debía hacer?



El sol comenzaba a descender y pronto la luna ocuparía su lugar. El camino no estaría tan oscuro. Decidido, regresó por el sendero dispuesto a pedirle perdón a Saeng y tratar de aliviarlo. Al llegar a la casa la noche ya casi se había adueñado del cielo. La luna, en cualquier momento, dominaría su punto más alto. Con algo de temor entró en ella, ninguna luz anunciaba la presencia de vida humana. - ¿Saeng? – Podía estar dormido, o aún molesto. Su vista recorrió el lugar y se detuvo sobre un pequeño detalle: la vieja trampilla del suelo se encontraba levantada. "¿Será posible?", pensó Hyun Joong, creyendo que Saeng en un arrebato se iría a dormir sobre el húmedo suelo. Negó abrumado y bajó las escaleras. La luminosidad de la luna resultaba en la oscuridad como un tenue faro. Un jadeo, un quejido, ¿Saeng estaría lastimado? Los últimos escalones los recorrió con prisa hasta toparse con una horrible escena iluminada por la blanca luz de la bóveda celeste.



Ese que estaba en el suelo no podía ser Saeng.



La respiración de Hyun se detuvo.



Dos ojos, malévolos, luminosos, lo observaron con hambre donde antes había ternura.



Un breve pestañeo, la ternura regresó. – Lárgate.



- ¿Saeng?



- ¡QUÉ TE LARGUES!



Un crujido de huesos y una horrible metamorfosis empezó a suceder frente a sus ojos, con el miedo atragantando su espíritu subió como una exhalación por las escaleras, cerrando de un golpe la trampilla. Algo le dijo que Saeng, débil, no podría salir por la mañana. Regresó corriendo dejando la puerta de la trampilla como estaba al llegar. Luego huyó a toda prisa tropezándose y chocando con arbustos. Hiriéndose, pero sin parar de correr. Cruzó por el conjunto de árboles que daban la impresión de ser un pequeño bosque, atravesó sin fijarse el viejo jardín de hortensias. Huyó por las calles del pueblo intentando alejar de su memoria todo lo que había visto. Podría haber seguido corriendo hasta desfallecer, pero una voz lo detuvo.



- ¿Hyun?



Se giró para toparse de frente con un ángel, con Ha Neul. Sin meditar, sin pensarlo un segundo, se arrojó en sus brazos en búsqueda de consuelo, de un bálsamo para su corazón. Rompió en agitados sollozos, pero no lloraba por él. Lloraba por ese castigo inhumano e injusto que la luna perpetraba contra la dulzura, la belleza, esa hermosa alma que pertenecía a Saeng. 

Bajo esta blanca luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora