Un poco distinto.

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Capítulo 10. - Un poco distinto.



La noche la vivió a sobresaltos. La inquietud le impidió descansar, así como la sensación de culpa al recordar los ojos de Saeng cuando le dijo que no volvería. Él era lo único que Saeng tenía, eso Hyun lo sabía de sobra, pero...


Lo había besado.


Y Saeng no debía confundirse con esa clase de sentimientos.


Poco a poco la luna se fue apagando, señal de que la aurora llegaba. Hyun, sin poder dormir más, se levantó para abrir la ventana. La frescura de la brisa siempre le ayudaba a aclararse. Abrió y lo primero que divisaron sus ojos fue al conjunto de árboles que daban la impresión de ser un pequeño bosque. Y otra cosa. Una figura tambaleante.


Alertó los ojos. Escudriñó en la aún penumbra. Una figura menuda, frágil, caminando con torpeza. Una figura semidesnuda enfrentando el terrible frío de la madrugada. - Saeng. - Murmuró asombrado.


Tomó una chaqueta y se la puso deprisa. Abrió por completo la ventanilla y de un brinco estuvo del otro lado. Caminó por el alféizar y saltó hacia el techo del cobertizo qué bien sabía aguantaría su peso. Era mejor que sus padres (seguro ya en la cocina) no lo vieran salir. Del techo se colgó de un andamio y saltó limpiamente al suelo. Luego echó a correr. Al llegar frente a la débil figura descubrió que no se había equivocado. Sus ojos lo analizaron con dolorida sorpresa. Algo no estaba bien. Saeng lo reconoció después de unos momentos y estirando sus brazos hacia él, alcanzó a musitar - Hyun - antes de desvanecerse.


Apenas si Hyun estuvo a tiempo de sostenerlo para que no cayera al suelo. Se dió cuenta de los cardenales en sus brazos, de esas heridas raras en las muñecas. Y se dió cuenta que sólo una ligera camiseta lo cubría, por lo demás, nada. Se quitó la chaqueta con prisa y con ella envolvió a Saeng. Tomándolo cómo pudo entre sus brazos, echó a andar con rumbo a la colina. De ninguna forma podía llevar a Saeng a su casa, sus padres harían preguntas que no podría contestar, y no sabía si Saeng querría hacerlo. Estaba asustado. Muy, muy asustado.


Llegó con dificultad a la casa en la colina. Exhausto, dejó a Saeng en su cama, cuidando de cubrirlo con las mantas y salió a buscar hierbas. Gracias a su madre sabía de algunas que servían para sanar. Recogió varias, macerando unas y con otras hizo una especie de sopa en un fogón en muy mal estado. Cuando limpió la casa no había reparado en la cocina, y eso había sido un error.


La sopa pronto estuvo lista. La vació en un cuenco milagrosamente en buen estado y buscó alguna cuchara. Con el incipiente alimento en las manos se dirigió a la habitación. Saeng respiraba con suavidad. Lo tocó, no tenía fiebre, pero lucía tan débil. Revisó sus heridas y en ellas puso las hierbas maceradas. Una en especial llamó su atención. Una laceración en el tobillo. Puso el rústico ungüento y se sentó a un lado de Saeng, llamándolo.


- Saeng, despierta ¿no tienes hambre niño malcriado? - Se le hizo un nudo en la garganta, pero se sobrepuso y siguió llamando. - Saeng.


Un quejido y Saeng abrió los ojos con dificultad. Hyun sonrió aliviado. - No vuelvas a asustarme de ese modo ¿entiendes? - Le riñó acariciando su cabello. - Ahora debes comer. - Le ayudó a incorporarse, sosteniéndolo con cuidado entre sus brazos para ayudarle a tomar la sopa. - No tiene un sabor muy bueno, pero cura.


Saeng hizo gestos, pero estaba tan débil, que el calor del alimento cayó en su estómago aliviando un poco. Hyun volvió a recostarlo y lo observó intranquilo.


- Saeng...


El chico se dio la vuelta dándole la espalda. No iba a contestar sus preguntas. No quería.


- Saeng... Tienes que cuidarte. - Hyun entendió la negativa y decidió no insistir, a cambio, empezó a hablar diciendo lo primero que venía a su cabeza, para distraerlo. - ¿Cómo te enseñaré a leer y a escribir si te enfermas? Es cómo ir a la escuela, no debes faltar. Además, aún tienes que ser mejor nadador que yo, si el clima mejora iremos al río y comeremos algo rico ¿te parece? Puede ser el sábado, que no hay escuela, llevaré comida, mucha comida, de la que a ti te gusta. Sólo... sólo no tienes que enfermarte. No tienes que...


- Tú me odias.


Lo dicho por Saeng dejó caer la culpa en Hyun Joong. Paseó la mirada por la casa y la detuvo en el techo, pensando. - No te odio ¿por qué crees eso?


- Te fuiste. Y yo sé porque. Te molestó lo que hice.


- Saeng.


- Tú sólo tienes ojos para Ha Neul. Y es mejor. Ella no es un monstruo.


Hyun Joong perdió la paciencia. - No vuelvas a decir eso. No quiero oír que lo digas. - Su frente, arrugada por la molestia, se suavizó al escuchar los sollozos. - Saeng... - pidió - ¿puedes... puedes contarme qué pasa?


Saeng negó tratando de ahogar los sollozos bajo la manta. Hyun no entendía que pasaba, pero sabía que no quería verlo así. - Saeng, no me lo digas, no insistiré. - Se sentó en la cama quitando un poco las mantas. - Estaré aquí ¿de acuerdo? Pero no quiero verte llorar. - Acomodó su almohada, arregló las mantas, acarició su cabello y lo vio con fijeza. - No haré preguntas. Y tú no dirás cosas feas de tí. Aprenderás a leer y escribir, seguiremos cómo hasta ahora. Mírame. - Saeng obedeció, dándose la vuelta y enfrentando sus ojos. Hyun se acercó, para susurrarle con firmeza. - No te odio, lo prometo, pero haces mi corazón doler cuando lloras de ese modo. - Pasó un pulgar por su mejilla, quitando una lágrima. - Prepararé más sopa, no sabe bien pero te fortalecerá para que puedas pasear conmigo. Y te haré otra cosa, dime ¿qué quieres? ¿Carne asada? ¿Estofado? - Sonrió débilmente ante la obstinación de Saeng por no contestar. - Pondré ungüento en tus heridas para que no queden cicatrices. Seguirás tan hermoso como hasta ahora.


Saeng lo escuchaba, mientras sus sollozos se iban apagando. Hyun resplandecía y entibiaba su corazón. Cuando Hyun terminó de hablar e intentó incorporarse, murmurando - voy a... - Saeng lo detuvo. Todo eso qué había en su pecho no podía quedarse así.


- Hyun...


Hyun sintió la mano de Saeng en su brazo, luego sintió ambas en sus mejillas. Se vio reflejado en esos dos lagos oscuros que ahora lo observaban con devoción. No evitó el momento en que Saeng se incorporó un poco y rozó sus labios con los suyos. Cerró los ojos. Sintiendo el temblor y la suavidad acariciando su boca con torpeza. Sintió a Saeng tirando de él cuando volvió a recostarse en la cama. Y Hyun correspondió. Besó a Saeng tan mansa, dulcemente, cómo si estuviera hecho de cristal. Pasó los dedos por su cabello que no era tan largo. Sintió otra textura, otro sabor desconocido, en un beso muy distinto a los que daba a Ha Neul. Porque con ella su corazón no latía y dolía de ese modo. Porque con ella no existía la necesidad de aclarar un montón de cosas sin decir nada. Porque los besos brindados a ella no estaban mezclados con lágrimas.

Bajo esta blanca luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora