Y si escribo tu nombre, me olvidaré de la luna.

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Capítulo 13. - Y si escribo tu nombre, me olvidaré de la luna.


Los trazos en el cuaderno poco a poco eran más nítidos. Hyun se sorprendía de la facilidad que tenía Saeng para aprender. Tanto la lectura como la escritura, fueron asimiladas de manera natural por el chico. Llevaba casi un par de semanas enseñándole, y el chico se desenvolvía de mejor manera con las letras. Cada tarde Hyun escapaba de su casa y de la culpa. Ha Neul aún seguía muy triste y sus padres habían adoptado la obstinada idea de que volverían a estar juntos. Y no sólo ellos, también sus compañeros de escuela y vecinos del pueblo. Para Hyun era agobiante, y suponía que para Ha Neul aún más. La casa en la colina, en esa situación, representaba el refugio ante todo aquello que Hyun Joong no se atrevía a enfrentar. El valor, al parecer, no estaba dentro de sus más destacadas cualidades.


- El cielo es... es amenazado por... por una tormenta... - Saeng dejó el lápiz y el cuaderno a un lado, viendo a Hyun, preguntó con infantil curiosidad. - ¿No es triste que hasta algo tan inmenso cómo el cielo se vea amenazado?


- Sí, pero la tormenta no le causa daño en realidad, pasa y cuando se va, el cielo se ve aún más hermoso, sin nubes y limpio, entonces podemos apreciarlo.


- Pero no todas las amenazas son iguales, algunas si dañan. Y mucho. - El rostro abstraído de Saeng se grababa a fuego en la memoria de Hyun. Se preguntaba en que estaría pensando, y si algún día le contaría más sobre él. – Y cuando se alejan, no dejan algo hermoso.


Hyun tenía la incómoda sensación de que Saeng, de un modo u otro, hablaba sobre él mismo, pero no podía rasgar la cubierta y asomarse a su interior, sólo un cálido brote de dulzura lo había atado a él, y no sabía cómo escaparse. Ni siquiera sabía si realmente quería escapar. Saeng era extraño. Y conmovía su corazón de tal modo, que si lo pensaba, resistiría mil tormentas si podía estar a su lado.


- Puedo resistir a mil tormentas y habrá algo hermoso ahí. – Del pensamiento pasó a la palabra. El rostro de Saeng se tiñó de duda.


- ¿Qué cosa?


Hyun pasó la mano por su cabello, trazando una ruta hacia su mejilla. - ¿No lo adivinas?


Saeng intentó adivinarlo. Hyun no despegó la vista de su rostro pensativo. Soltó una risita y se acercó un poco más. Saeng dio en ese momento con la respuesta. - ¿Yo? ¿Te refieres a mí?


- Me refiero a ti.


El rostro de Saeng se volvió el más puro reflejo de la felicidad. Hyun se sorprendía de que unas sencillas palabras hicieran irradiar a un chico de ese modo. Acortó la distancia entre ellos anhelando sus labios. No entendía en que momento había llegado a ese punto. Los tomó sin preguntarse más, aguardando suspiros y ofreciendo tímidas caricias.Los rayos de sol filtrándose por el tragaluz, parecía cobijarlos con un poco de culpa. La luna, sin duda, esperaba celosa por tener de nuevo a Saeng.


- Es tarde, Saeng, debo regresar a casa.


- ¿Volverás mañana?


- Siempre haces la misma pregunta.


Hyun no encontraba el modo de hacerle entender a Saeng que no debía temer que lo abandonara en aquél sitio. No podría hacerlo. Había algo más allá de sus fuerzas moviendo sus pies cada tarde hacia la colina. Levantándose con lentitud, observó el sol ocultarse poco a poco y se le ocurrió una idea. – Oye, Saeng, si no hay tormenta y si no hay nubes, ¿qué te parece si en la próxima luna llena escapo de casa y vengo a observarla contigo?


- ¡No! ¡No te atrevas!


La furia sembrada en la advertencia de Saeng asustó un poco a Hyun. Su mirada febril y su respiración agitada lo descolocaron causándole confusión. No había una razón justa para el enojo del chico. – Saeng, no sé lo que te molesta, pero no vendré, ¿quieres tranquilizarte?


El semblante del chico se relajó, mientras sus ojos se llenaban de angustia. – Hyun...


- Descansa, volveré mañana.


Saeng lo vio descender la colina, perderse entre los árboles. Sabía que era el más egoísta por tener a Hyun a su lado, pero era sólo un cobro a la vida que le había dado tan poco, sin embargo, esa no era una razón suficiente para arriesgarlo.


- Antes de la luna llena voy a alejarme. Tengo que hacerlo.


Tomó una piedra puntiaguda escribiendo en el barro del suelo varias veces "Hyun Joong". Dibujando soles y trazando estrellas.


Ese era el sortilegio.


Su único conjuro contra el despiadado influjo de ese disco celeste que le robaba de un zarpazo toda bondad, todo lo humano.

Bajo esta blanca luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora