Tus ojos en la colina.

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Capítulo 18.- Tus ojos en la colina.


La mañana se sumía en un sopor que anticipaba el caluroso abrazo de la primavera. En el aula, los alumnos dormitaban mientras un anciano profesor recitaba la lección del día con voz monótona. El letargo de una mañana cálida se apoderaba del ánimo de todos los alumnos, quienes ocultaban discretamente pequeños bostezos.


De todos, menos de Ha Neul.


Muy correcta, terminó la lección del día y se la entregó puntual al profesor. Pasó la mano por su cabello en un gesto cauto, femenino y miró hacia el pupitre donde Hyun Joong se hallaba absorto en una cosa.


La colina.


A través de la ventana se dibujaba el contorno de aquél lugar y si uno entornaba bien los ojos, podía descubrir la casita abandonada que coronaba su cima. A Ha Neul se le ocurrió, de un tiempo acá ¿Hyun no tenía mucho interés en ese sitio? No podía culparlo, era la viva imagen de una pintura, quizás por eso, los pensamientos de Hyun Joong le hacían prestar toda su atención a esa imagen solitariamente bella.


Pero no era la colina lo que le preocupaba, Ha Neul moría de ansiedad por saber en lo que pensaba Hyun Joong. Necesitaba saber quién había entrado en sus pensamientos. Una lista mental con nombres de chicas se repetía en su cabeza, pero ninguna parecía ser la indicada.


Hyun Joong no miraba a nadie.


Siempre estaba pensativo.


Y aun así, Ha Neul podía jurar que alguien le había arrebatado su corazón.


Echó una última ojeada a la ventana, persiguiendo, intentando descubrir todo lo oculto en los pensamientos de Hyun.


Después volvió a sus tareas.


La colina después de todo, no representaba ningún peligro. Sólo era un escape, un refugio para alguien tan dulce, tan noble como Hyun Joong.


******


La primavera llegó y los días fueron más largos, tal como lo previno la buena ajhumma. El periódico se repartió puntualmente y después de visitar la última casa Hyun Joong se dirigía a la escuela con una manzana en la mano. A veces la buena ajhumma le daba dos, murmurando "nunca se sabe a quién se le puede ofrecer uno de estos tesoros". El viejo ajhussi del café lanzaba una carcajada y Hyun Joong juraría que ellos sabían algo, pero era inútil preguntarles, siempre salían con evasivas y terminaban contando cosas de su juventud.


La segunda manzana, por supuesto, terminaba por las tardes en las manos de Saeng.


Hyun Joong aprendió a lidiar con las fases lunares contenidas en su esencia. Esas fases cambiantes atadas por siempre a los designios de la luna. Cuando la parte rabiosa aparecía, Hyun Joong se quedaba quieto, intentando llegar a ese lugar donde sólo estaba el chico, sin la sombra del lobo a cuestas. Lograba tranquilizarlo y Saeng se refugiaba en su regazo. Cuando la esencia del chico triunfaba, podían zambullirse en el río o correr locas carreras por la colina, riendo a carcajadas limpias que sanaban la tristeza y, cuando los besos llegaban, la primavera parecía prolongarse de forma casi perpetua.

Bajo esta blanca luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora