El viejo ajhussi del café y el tabaco.

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Capítulo 11. - El viejo ajhussi del café y el tabaco.


Hyun Joong se sentía tan inseguro de dejar solo a Saeng, que por primera vez en la historia de ese pequeño pueblo las personas no recibieron su periódico de cada mañana; por primera vez se sintió la ausencia del chirriar de las llantas de una bicicleta; en la escuela, un pupitre se quedó vacío mientras una chica con ojos de sol se preguntaba angustiada qué habría sucedido.


Hyun Joong, ajeno a todo eso, dejó a Saeng descansar, en tanto él preparaba un poco más de ungüento con las hierbas que habían resultado mejor de lo que pensaba. Las heridas de Saeng sanaban rápidamente y eso le causaba alivio.


- Saeng ¿quieres salir a tomar aire?


Saeng negó. Estaba tan débil que durmió casi todo el día, dejando a Hyun Joong sin entender el por qué de esa debilidad. Atardecía cuando Hyun Joong comprendió que era hora de volver a casa, sus padres, con toda seguridad estarían muy preocupados. Llamó a Saeng en voz baja para despertarlo. - Saeng... Saengie, debo irme. - Saeng abrió los ojos con pesadez, haciendo dudar a Hyun de dejarlo solo. - ¿Estarás bien?


- Lo estaré. Ve a casa.


Palabras a media voz. Hyun lo arropó con el cariño de un hermano, sin embargo, no fue esa especie de cariño el que le impulsó a dar un beso tímido, nervioso, a los agrietados labios de Saeng, humedeciendo, refrescando. Se despidió con torpes palabras, huyendo más que marchándose. Saeng se quedó ahí, viendo al sol entrar por la ventana, sintiendo la tibieza de una tarde de verano en su corazón.


*************


La tarde tuvo prisa por llegar, Hyun Joong, preocupado, buscaba el modo de justificar su ausencia sin mencionar a Saeng. La mirada severa de su madre le anunció enseguida que estaba enojada. Cosa muy rara. Podría enumerar con los dedos de una mano las veces que sus padres le habían reñido por un mal comportamiento. Agachó la cabeza y esperó la reprimenda que sabía, tenía bien merecida. No había ido a la escuela ni había repartido el periódico.


- Tu padre está muy enojado. Y no sólo él, también yo. No fuiste a la escuela, no repartiste el periódico. Ha Neul, muy angustiada, vino a preguntar por ti ¿qué podía decirle si ni siquiera yo sabía dónde estabas? Tus hermanos se quedaron esperándote, prometiste pasar la tarde con ellos, ¿acaso es lo que tú padre y yo te hemos enseñado? ¿A ser un irresponsable?


Hyun Joong negó, con su defensa enredándose en la garganta. No era irresponsable, sólo tuvo que elegir. Y había elegido cuidar a Saeng. Pero eso él no lo podía decir, no lo comprenderían. - Lo siento. - A cambio dijo.


- Tu padre habló con el dueño del periódico, pagará tú día si lo repartes todo ahora mismo y pides disculpas a los clientes por tu negligencia. Necesitamos ese dinero, Hyun Joong, y tú lo sabes. Ha Neul te dejó la tarea, si eres un buen novio pasarás un rato a verla. Cuídala. Una chica tan buena como ella no merece a alguien así, que le dé preocupaciones.


Se sentía cansado. No se había dado cuenta pero cuidar de Saeng había sido extenuante. Aún con todo, debía cumplir con sus deberes, y no podía complicar las cosas negándose a hacerlas.


Fue por su bicicleta y en pocos minutos ya pedaleaba con rumbo al humilde local donde recogía el periódico. Llenó su bolso y disculpándose con el dueño después de recibir otro sermón, se dispuso a cumplir con su trabajo.


Algunos clientes recibieron sus disculpas sin más comentarios, otros, le riñeron por su descuido. Hyun Joong pensó que era injusto, en todo ese tiempo, no había fallado una sola vez, aunque estuviera enfermo. Recordaba la ocasión, en que aún teniendo un poco de fiebre, no faltó a su trabajo de cada mañana, ni a la escuela. Regresó para caer en cama toda la tarde con un malestar que le trituraba los huesos. A nadie le había importado, nadie hizo un buen comentario por eso.


La última casa por visitar, era la del viejo ajhussi del café y el tabaco. El hombre lo recibió con una ligera mueca de asombro, pero no estaba solo. La buena ajhumma que se enteraba de todo, estaba ahí con él, refrescándose con el viento de la tarde.


- Hyun Joong-ah, pensé que no te vería este día.


Hyun Joong saludó con la mirada baja y se disculpó. - Lo siento ajhussi, tuve un imprevisto, y por mi descuido usted tendrá las noticias tarde.


El hombre rumió una risita. - ¿Y por qué te disculpas? ¿Acaso está prohibido que tú tengas imprevistos? Además, las noticias no cambian tan rápidamente. Lo que es noticia hoy, lo seguirá siendo mañana.


- Sí, gracias... - Hyun Joong hizo una torpe venia sin saber que contestar. Levantó su bicicleta para marcharse. - Mañana estaré puntual.


- ¿Acaso yo te lo estoy exigiendo? Vaya con este muchacho tan bueno. - El hombre le dio una calada a su puro. La ajhumma a su lado, se abanicó con un viejo artilugio hecho de mimbre.


- Ya no hay hurtos en mi huerto.


La afirmación de la mujer sobresaltó a Hyun Joong, no sabía a qué venía eso de nuevo, pero no quiso dar pie a suspicacias poniéndose nervioso. Regaló una torpe sonrisa, pero no pudo irse porque el ajhussi siguió hablando. - ¡Ah! ¡Mujer tan embustera! ¡Ya te he dicho que lo has imaginado! ¡No hay nadie rondando tu huerto!


- ¡Lo hay! ¡Y ya te lo demostraré! ¡Hey, tú! ¡Chico! - Hyun Joong, qué había avanzado unos pasos, se detuvo. - Hay cervatillos muy peligrosos, ¿lo entiendes?


No lo entendía, no del todo ¿de qué hablaba aquella buena mujer? Hyun Joong no quiso creer en lo que todos decían, que algo no funcionaba ya en su cabeza.


- Deja en paz al chico, suficiente tiene con ser un buen hijo, un buen muchacho, bueno en todo. - El hombre aspiró profundo, y lo llamó. - Hyun Joong-ssi, ven, acércate. Deja ese armatoste ahí que nadie se lo llevará.


Hyun Joong dejó la bicicleta y se acercó al hombre. El viejo ajhussi lo tomó por el hombro y lo invitó a sentarse. Dio otra calada a su puro, llenando de olor a tabaco todo el lugar. - Escucha lo que voy a decirte, hay una línea muy delgada entre lo bueno y lo malo. A veces, lo que nos parece correcto no siempre es bueno. Y otras, debemos hacer algo incorrecto por un buen motivo.


- ¿Y cómo sabemos dónde está esa línea?


- ¡Ah, muchacho! ¡Qué pregunta tan difícil! Eso no te lo puedo contestar yo, tú tienes que averiguarlo.


- Pero...


- Eres un buen muchacho, piensas en todos. Pero ¿sabes? Te daré un consejo: Piensa en ti, en tu corazón.


- ¡Ya, abuelo! ¡Deja de enredar al chico con tus cosas! Anda muchacho, ve, continúa en lo tuyo. Y ya lo sabes, ten cuidado.


Hyun Joong tomó su bicicleta, iba a marcharse pero se volvió con una tenue sonrisa. - Gracias. - Les dijo. No sabía cómo pero lo habían hecho sentir mejor.

Bajo esta blanca luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora