Bajo esta blanca luna.

¿En qué te estás convirtiendo?

21. ¿En qué te estás convirtiendo?

Después de eso, la presencia de los hermanos en la colina, se hizo más frecuente. Para Hyun era un alivio compartir a Saeng cómo secreto, tenía ahora con quién hablar sobre todo eso, se sentía más liviano y los niños les alegraban las tardes con su compañía. Dak Ho solía tener épicos enfrentamientos con el chico sólo para demostrar que él era más fuerte, rodaban por la hierba entre carcajadas mientras los otros animaban a su favorito, que regularmente era Saeng. Dong Sun, el de las grandes dudas, pasaba un rato considerable haciendo preguntas. A Hyun Joong le sorprendía que Saeng contestara a todas ellas con paciencia, e incluso, parecía que ambos podrían confiarse cosas que no dirían a ningún otro. El pequeño Taeyang, por su parte, parecía haberse encariñado bastante con el chico. No había día en que no cortara una flor para Saeng ni momento en que no lo llenara de mimos. Hyun Joong no podía evitar sentirse un poco celoso al no tener a Saeng sólo para él, cómo en otros tiempos, aunque le gustaba verlo sonreír con otras personas.

Sólo los días previos al plenilunio estaban vedados para los pequeños. El carácter de Saeng se tornaba más oscuro conforme se acercaba el momento en que la luna se hiciera completamente redonda y no quería que sus pequeños amigos fueran testigos de eso. No quería hacer nada que pudiera hacerlos sentir heridos.



En esos temibles días, sólo Hyun Joong tenía permitido estar con él.

La primavera prometía ser eterna. Y Hyun Joong se lo prometía a Saeng con los ojos, con besos llenos de esperanza, pero, a pesar de ser sincera, no existía forma de cumplir promesas tan ingenuas como aquella.



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Por las mañanas, al repartir el periódico, Hyun solía encontrarse con el viejo ajhussi del café y el tabaco y con la buena ajhumma que se enteraba de todo. Hyun contenía las ganas de confiarles el secreto llamado Saeng y contarles un montón de dudas. Preguntarles porque la actitud de Saeng en algunos días le hacía latir el corazón de tal modo que enrojecía sus mejillas. Los besos en un principio castos, se volvían impetuosos y Hyun Joong creía que no podría ya controlarlo.

Pero se ahogaba de miedo.

Miedo a no saber actuar y no saber si estaba haciendo lo correcto.

Seguro el bueno y viejo ajhussi se reiría ante sus dudas y terminaría transformando todo en algo más simple. La buena ajhumma hablaría de huertos y primavera, pero en sus palabras sin lógica, Hyun encontraría alguna respuesta.

Pero no podría saberlo.

Todas sus dudas eran tan incómodas y vergonzosas, que moría de pena al sólo pensar en formular las preguntas.

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La gente del pueblo seguía creyendo que las cosas con Hyun Joong se resolverían. Incluso lo pensaban sus padres. Y los papás de él. No existía pareja más perfecta que la formada por ellos, eso creían todos. Tan buenos ambos. Sin embargo, Ha Neul tenía sus dudas.

Ella ya no podía ser tan buena.

Pensamientos sombríos llenaban su cabeza.

Si ese chico, el de la colina, era esa monstruosidad que ella había visto ante sus ojos, lo más prudente era hacerla desaparecer. Si los habitantes del pueblo lo supieran ¿se mantendrían de brazos cruzados? No. No lo harían. Por salvar a sus familias de semejante aberración de la naturaleza serían capaces de incendiar la colina, aquella casita, con el monstruo adentro.

Sólo bastaba que ella se decidiera en contar el secreto.

Aquél secreto que Hyun guardaba con tanto recelo.