Capítulo XII

151 9 1
                                    

Con un gesto me deja pasar a su departamento, lo hago con mucho cuidado por temor a tropezarme con algún mueble, ya suficiente tengo con aguantar estos tacones y aquel mal momento en la fiesta. La luz está apagada, pero la luz de la luna ingresa sutilmente por los ventanales proyectando largas sombras en el suelo.

A los pocos segundos todo se ilumina. Troy está caminando hacia mí con las manos puestas en los bolsillos de sus pantalones.

— ¿Te ofrezco algo una bebida?

—Estoy bien, gracias.

—Yo sí deseo beber algo ¿Te molesta si me sirvo algo de vino?

Niego con la cabeza —Es tu casa —respondo haciéndole saber que puede hacer lo que desee.

Doy unos pasos más hacia el ventanal panorámico, al ver toda la ciudad desde aquí me siento en la cima del mundo, seguramente Troy se siente de esa forma, en la cima del mundo, un lugar digno de él.

Giro y lo pillo descorchando una botella de vino blanco sin demasiado esfuerzo.

Vuelvo la mirada al ventanal y visualizo a lo lejos las siluetas a contraluz en las ventanas de los edificios a nuestro alrededor y me pregunto cuántas historias hay detrás ¿Es esa una pareja bailando? O tal vez estén peleando ¿Es aquella una mujer fumando? Empiezo a divagar sobre la infinidad de posibilidades.

¿Ellos pueden vernos?

— ¿Has pasado bien?

Al escucharlo doy un respingo.

—A pesar de lo último, sí. Los Miller son muy agradables —carraspeo —y no mencionaste que tu padre iba a ir.

—Lo son, y tampoco sabía que él y Stella irían —se detiene a mi lado para beber. Siento su mirada clavada en mí.

Al mencionar el nombre de la otra mujer, carraspeo y vuelvo la mirada hacia el ventanal.

—Tienes una hermosa vista desde aquí.

—Lo es.

Sigue bebiendo de su vino, baja su copa y saborea el resto de sus labios. La forma en la que se los relame me deja la garganta seca.

Troy, eres irresistible.

—Déjame guardar eso —dice sacándome el bolso, lo deja sobre la mesa ratona. Se dirige hacia uno de los estantes en donde tiene algo parecido a un sistema de audio, de un cajón saca un ipod y lo conecta. Presiona unos botones y unas notas en piano hacen su aparición se acerca al mismo ritmo de la música, muy lento, acompañado de la dulce voz de Aretha Franklin:

Never knew the softness of his tender kiss

Don't know if he's weak or strong

All I know is he's in every dream I dream

All night long.

—Baila conmigo —me toma de la mano.

—Apenas puedo ponerme de pie.

Me da una media sonrisa y se inclina. Está sobre sus rodillas y desprende una de las sandalias. Siento la yema de sus dedos contra mi piel, me da escalofríos. Continúa con el otro par y se pone de pie. Toma de mi cintura y me pega contra su cuerpo.

Mantengo la cabeza gacha ya que si lo miro a los ojos, perderé la cabeza.

Dejo mis manos sobre sus hombros, es demasiado alto para juntar mis manos detrás de su cuello. Mantiene sus manos sobre mis caderas mientras damos vueltas extremadamente lentas.

Llámame CrystalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora