Capítulo XV

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 —Michael me ha dicho que disfrutó su fiesta de cumpleaños ayer—digo mientras acomodo mis insumos en el carro de servicio.

— ¿Lo hizo? —responde Troy con un tono juguetón. Sonrío.

Observo atentamente a mí alrededor para cerciorarme que haya limpiado cada rincón de la oficina de Troy.

—Creo que es todo por hoy —dejo escapar en un suspiro.

—Está bien —responde y camina alrededor de su escritorio para recostarse frente a él, por su gesto puedo notar que planea algo. Ha pasado poco tiempo desde que lo conocí, pero lo suficiente como para conocer todas y cada una de sus mañas.

— ¿Qué es? —pregunto sonriendo.

Sonríe de forma sugerente, se inclina un poco sobre su escritorio y me alcanza un sobre de color negro — ¿Qué es esto? —pregunto al tomarlo en mis manos.

—Es una invitación a la inauguración de un bar o algo así.

Levanto ambas cejas —Es esta noche.

—Lo sé.

— ¿Qué se supone...?

—William y yo hemos invertido algo de dinero, no demasiado, queríamos dar una mano a un amigo y esta noche es la apertura de su nuevo negocio. Ya tiene lugares así en Los Ángeles, Chicago y ahora, en Nueva York.

—Bueno, suena bien —suspiro y llevo el carrito de limpieza hacia la salida.

—Quiero que vayas conmigo.

— ¿Qué hay de Michael? —me detengo en el umbral de la puerta.

—Él estará bien y lo sabes, Hunter acompañará a María esta noche y del resto no te preocupes.

— ¿Por qué ya lo tienes resuelto? —levanto una ceja.

—Así es, pequeña bruja.

— ¿No crees que es demasiado? Digo, este vestido apenas tapa mi trasero —Mido el largor del vestido y no tiene más de cuatro dedos por debajo de mis nalgas. No, no y no, no me atrevería a usar esto jamás, pero igualmente es hermoso.

—Cariño vas a ir a un club nocturno, no a la iglesia.

—Lo sé, pero creo que a Troy no le va a gustar, muestra mucho.

Salvatore se toma de las sienes — ¿He elegido, hasta el momento, algún vestido que no guste, disguste u ofenda a Troy Hayes? Vamos Valerie, dímelo.

Recuerdo que la primera noche que estuvimos juntos, lo desprendió con demasiado gusto. Niego con la cabeza y miro a Salvatore a través del espejo de cuerpo entero que está en el armario de Troy. Nos ha cedido su espacio para que pueda prepararme para esta noche.

—Este le va a encantar, de hecho lo va a volver loco.

Llevo la mirada hasta mis brazos descubiertos. Troy dijo que esas cicatrices son parte de mí, no sé si las debería mostrar orgullosa, pero al menos debo dejar de ocultarlas. Alguna vez tendré el atrevimiento suficiente para hablarle acerca del origen de estas malditas marcas.

Frunzo los labios sin despegar la mirada del vestido: es extremadamente corto, de seda color azul noche, se prende en la nuca y una fina tira de cristales plateados cuelga hasta las caderas. Salvatore me ayuda a ponerme unos hermosos tacones con tiras que se cruzan entre sí, del mismo color de los cristales y me entrega un bolso tipo sobre que combina a la perfección con los calzados:

—Ya tu teléfono celular y el resto de tus cosas están dentro del bolso.

—Gracias Salvatore, otra vez.

Llámame CrystalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora