Capítulo XXV

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 — ¿Podemos comprar chocolate caliente con malvaviscos, mami?

—Todos lo que tú quieras, pero luego de ver este lugar—señalo el panfleto — ¿Está bien?

— ¿Por qué tenemos que hacerlo?

— ¿No te aburre estar en aquel viejo edificio? Además este lugar podría ser nuestro nuevo comienzo, tú y yo contra el mundo como siempre.

Michael me da una sonrisa. Apenas puede caminar de lo abrigado que se encuentra, tiene una chaqueta de color azul claro, unos pantalones de mezclilla y su cabecita está protegida con una gorra que María había tejido para él.

Hace mucho frío y creo que salir no fue buena idea, esta chaqueta verde no está ayudando en resguardarme del frío y todavía no empezó el invierno.

Las imágenes de Michael recorriendo aquel lugar, descalzo y jugando, no abandonaron mi mente por un segundo y esperé con ansias al fin de semana.

—Creo que es aquí —digo al reconocer la entrada del edificio, la misma que está folleto. Empujo la puerta de entrada y levanto la vista al ver una escalera. Se me ocurre una idea.

— ¿Michael?

—Sí, mamá.

—El último en llegar arriba ¡Es un huevo podrido!

— ¡No! ¡No!—grita Michael entre risas y subimos las escaleras a toda velocidad. Ríe a carcajadas cuando me ve subiendo los últimos peldaños dando grandes bocanadas de aire. Cuando lo alcanzo le doy un abrazo y entramos al departamento.

La puerta está completamente abierta. Este lugar no se ve como en el folleto, es mucho más hermoso e iluminado que en las fotografías. Grandes ventanas con hermosas vistas y el piso es de madera de pino. Algunas zonas están cubiertas con alfombras felpudas de color blanco, otras son de color gris, los muebles son de madera curvada clara, tubos metálicos y cuero blanco.

—Esto está genial —dice Michael sorprendido.

Entramos dando pequeños pasos para no perder ningún detalle de este hermoso lugar.

—De verdad lo es.

— ¡Hola! —Con voz aguda nos saluda una mujer de cabello rubio casi blanco, elegantemente vestida con un conjunto de pantalones y chaleco color crema con calzados del mismo color —Soy Meghan Taylor, agente de bienes raíces —me pasa la mano.

—Hola soy Valerie Ray, me dijeron que hoy hay un open house en este lugar y quise pasar a ver.

—Sí, eso... ehr... lamento decirle que esta propiedad ya está tomada —la mujer suaviza su voz.

— ¿Qué quiere decir con que está tomada?

—La acabaron de comprar.

—Oh, por supuesto, este lugar es hermoso —digo y la vendedora asiente sonriendo.

¿Para qué demonios vine en primer lugar?

—Pero tengo otras propiedades que puedo mostrarle, aquí tiene —de su bolsa quita una tarjeta —tan sólo me dice en que zona le interesaría vivir y yo le mostraré los mejores lugares, esperaré su llamada Señora Ray.

—Gracias, Meghan —La agente gira sobre sus pies para volver hacia un pasillo al costado de la cocina y yo miro hacia la ventana algo frustrada. Este lugar parece tener un precio el cual no podré pagar de todos modos.

Escucho voces aproximándose:

—Me pondré en contacto con usted el lunes a primera hora para ultimar los detalles de la compra ¡Esto ha sido un gusto para mí! —Agrega Meghan, con voz entusiasmada —Si desea quedarse más tiempo por favor hágalo, este lugar es suyo ahora Señor.

Llámame CrystalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora