Capítulo XXI

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Me despierto de golpe.

No creo poder recordar lo que estaba soñando.

Parpadeo rápidamente tratando de visualizar y distinguir mejor en el lugar donde estoy. Troy se encuentra profundamente dormido a mi lado, con los labios semiabiertos y uno de sus brazos reposando sobre su pecho descubierto.

Salgo de la cama sin hacer ruido y busco la cocina.

Al bajar por las escaleras, camino hacia una de las puertas de madera oscura que se encuentran hacia la salida al jardín, el olor a café recién hecho me lleva hasta allí. La cafetera se encuentra encendida y tengo el atrevimiento de prepararme una taza de café. Luego de endulzarla con una cucharadita de azúcar, tomo asiento en la isla de la cocina de mármol blanco y observo detenidamente a mí alrededor, los aparadores y estantes de esta cocina son blancos y en combinación con las baldosas blancas y negras dan un aire completamente clásico.

Veo el amanecer por las grandes ventanas que dan directamente hacia el jardín y la playa. Algunas personas se encuentran desmontando la fiesta de anoche, hacinando absolutamente todo en camiones que se encuentran ya con los motores encendidos. Maurice se encuentra dirigiendo a todas y cada una de estas personas.

— ¿Eres una persona madrugadora? —pregunta alguien y doy un respingo. El Señor Hayes ingresa a la cocina y se dirige directo al refrigerador para sacar un Gatorade de color azul. Está vestido con ropa deportiva de color negro y el logotipo de Nike resalta en todas partes.

—No podía dormir —me aclaro la garganta —Espero que no importe que me haya preparado una taza de café —me excuso.

—No te preocupes, siéntete como en casa —abre la bebida y toma media botella de un solo trago.

— ¿Desea que le prepare una taza, Señor Hayes?

Niega con la cabeza: —Retomaré la caminata pronto, no te preocupes, hija.

Le sonrío gentilmente y continúo bebiendo de mi café, mirando distraída lo que ocurre en el jardín.

— ¿Estás bien Valerie?

Mi pulso comienza a temblar, levemente. Con mucho cuidado dejo la taza de café sobre el mármol.

—Sí —respondo con la voz hecha un hilo.

Frunce los labios y toma asiento frente a mí.

Mierda, Dylan le ha dicho algo.

—Vi como reaccionaste.

Vamos Valerie, di algo: —Me asusté.

Asiente —Pude verlo —aspira —Quiero pedirte perdón en nombre de Dylan, él... —su voz se apaga y aparta la mirada de mí —Él siempre ha sido un chico algo problemático.

Sí Señor Hayes, lo sé.

—No tiene por qué pedirme ninguna disculpa, Señor Hayes.

—Quiero hacerlo—se aclara la garganta —Troy me ha dicho algo sobre el tratamiento con la Doctora Specter y que de a poco estás retomando tus actividades, Dylan saliéndose de control tal vez no haya sido de mucha ayuda.

Niego con la cabeza antes de que vuelva a recordar —No se preocupe, Señor Hayes, estoy bien —trato de sonar algo segura por más que no me sienta de esa forma.

—Aquí estabas —la voz de Troy suena algo ronca, verlo con el cabello deshecho y el torso desnudo a esta hora me tienta demasiado. Discretamente, muerdo mi labio inferior.

Llámame CrystalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora